China siempre tiene un as en la manga

Ginebra primero y Londres esta misma semana han sido el escenario de tensas negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China. Después de dos días de sesiones maratonianas en la capital británica, las delegaciones de las dos grandes potencias parecen habernos salvado a todos de un descomunal conflicto con repercusiones globales. Parece. No ha trascendido mucho sobre el contenido de los acuerdos alcanzados, más allá de los ya tradicionales mensajes en mayúsculas del presidente de EE.UU. Trump dice estar contento. El presidente chino, Xi Jiping, como también es tradicional, no se pronuncia.
Si hay algo claro es que se retiran los astronómicos aranceles impuestos de uno y otro lado al comercio bilateral. Volvemos a la casilla de salida, al punto de partida de hace unos meses, cuando el presidente Trump anunció a principios de abril un aumento espectacular de los gravámenes a las importaciones chinas. Escalar para desescalar luego es la estrategia del presidente americano. Una negociación en círculo para volver más o menos al mismo sitio. Solo que por el camino se han disparado la desconfianza en el amigo americano y la incertidumbre económica global poniendo en riesgo el crecimiento de todo el planeta.
Trump ha traspasado a la política económica mundial una forma de trabajar que probablemente le ha funcionado en la esfera de los negocios. Utiliza el gran poder económico de Estados Unidos para amenazar a lo grande y lograr que la otra parte se vea obligada a aceptar sus condiciones. Muchos países no tendrán otra alternativa que ceder, pero no es el caso de China. El gigante asiático tiene un as en la manga, las tierras raras, de las que depende gran parte de la industria de Estados Unidos.
Acuerdo en Londres Volvemos a la casilla de salida en la negociación comercial entre Estados Unidos y China, a un coste que cuestiona la estrategia de TrumpAparte del retroceso en los aranceles, pocas cosas han trascendido del acuerdo marco alcanzado en Londres. Se espera que China suavice las restricciones a la exportación de minerales, que amenazaban con paralizar diversos sectores de producción norteamericanos. EE.UU., a cambio, relajará los límites impuestos a sus exportaciones de tecnología, y retira sus amenazas de cancelar los visados a los estudiantes chinos en las universidades americanas. No han trascendido más avances, solo que el resto de las cuestiones comerciales se tratarán en futuras negociaciones.
El secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, y el viceprimer ministro chino, He Lifeng, presidieron las maratonianas negociaciones de esta semana en Londres
United States Treasury / ReutersEl resultado invita a preguntarse qué han conseguido exactamente las agresivas tácticas comerciales contra China del presidente Trump y si realmente se había trazado un plan al respecto. La Casa Blanca considera que están ganando, que Pekín se ha visto obligado a ceder con las tierras raras. Y subraya la fortaleza de la economía de EE.UU. y la contención relativa de los precios como muestra de que la guerra comercial con China les ha infligido escasos daños. No opina igual el Banco Mundial, que esta misma semana ha rebajado las previsiones de crecimiento para Estados Unidos a un 1,4% este año, frente al 2,8% del 2024, y ha advertido de que las tensiones comerciales están preparando el camino para la década con menos crecimiento desde los años sesenta. Ese 1,4% se sitúa casi un punto por debajo de la estimación de enero, lo que convierte a EE.UU. en el país más perjudicado por la guerra comercial.
Significativamente, las declaraciones de uno y otro lado difieren considerablemente tras las negociaciones de Londres. Para el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, el objetivo principal era reducir el déficit con China, pero primero “teníamos que sacar toda la negatividad; ahora podemos avanzar hacia un comercio positivo, creciente, que beneficie tanto a China como a Estados Unidos”. Para Liu Pengyu, portavoz de la embajada china en Washington, “no hay ganadores ni perdedores en una guerra comercial; China no busca un conflicto pero no se va a dejar intimidar”.
Tierras raras EE.UU. parece haberse equivocado en la apuesta: su industria necesita como agua de mayo los minerales de ChinaLa duda es si EE.UU. se ha equivocado en la apuesta, si esta vez ha jugado demasiado fuerte. El país necesita como agua de mayo las tierras raras que China produce. Las restricciones impuestas por Pekín a estas exportaciones obligaron a los fabricantes de automóviles y otras industrias a presionar a la Casa Blanca para acabar como fuera con el problema, e incluso la industria militar norteamericana, que también necesita estos minerales, se resintió.
La estrategia norteamericana se sustentaba muy probablemente en la teoría de que China se vería obligada a ceder rápido dada su dependencia de las exportaciones. La experiencia de estos meses es la contraria: China ha sido capaz de aguantar el castigo y podría aguantar probablemente más que Estados Unidos. Y siempre puedes sacar el as de las tierras raras.
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