La crisis del aprendizaje, estar en la escuela no es lo mismo que aprender

Hace poco visité una secundaria pública durante una jornada de actividades con estudiantes de primer grado, con el objetivo de buscar una escuela donde abrir un nuevo Plantel Azteca. En una dinámica sencilla, les pedí que escribieran con sus propias palabras lo que habían aprendido ese día. Un estudiante mencionó, “La fotosíntesis es cómo las plantas usan la luz para crecer y darnos aire.” Cuando le pregunté cómo sucede eso o por qué era importante, se quedó en silencio. Me confesó que simplemente lo había copiado del pizarrón. No era un caso aislado, varios compañeros podían repetir conceptos, pero no sabían explicarlos ni relacionarlos con la vida cotidiana.
Esa escena resume una de las grandes fallas de nuestro sistema educativo, hemos confundido aprendizaje con repetición, y memorizar un texto no es lo mismo que comprenderlo.
Durante décadas, las políticas públicas han priorizado la cobertura escolar como indicador de éxito. Y en eso, las cifras son contundentes, en el ciclo escolar 2023–2024, la cobertura en educación básica fue del 90.6% para niños y adolescentes entre 3 y 14 años, según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP). Sin embargo, estos avances cuantitativos contrastan brutalmente con los resultados de aprendizaje.
El desempeño de México en Matemáticas y en Comprensión Lectora lo sitúan como el tercer país con los peores resultados de la OCDE, ¿Cómo puede ser que después de años dentro del aula, tantos jóvenes no logren entender un texto básico? La respuesta es compleja, pero tiene un punto de partida claro, en lugar de enseñar a pensar, seguimos entrenando a los alumnos para repetir.
Esto no solo afecta el desempeño escolar, sino que limita profundamente el desarrollo de habilidades para la vida. Un estudiante que memoriza puede aprobar, pero un estudiante que comprende puede transformar su entorno.
Y que no se malentienda, esto no significa que esté en contra de que más niños y niñas asistan a la escuela, ni que se minimice la importancia de la cobertura educativa. Al contrario, se trata de entender que ambos aspectos, ampliar la cobertura y mejorar la calidad del aprendizaje, deben avanzarse de manera paralela e integrada. No basta con llenar las aulas; es imprescindible que cada estudiante reciba una educación que realmente le permita comprender, reflexionar y desarrollar habilidades para su vida y futuro
Esto implica capacitar a los docentes, rediseñar los contenidos curriculares y asumir que el verdadero aprendizaje no se mide únicamente por la asistencia o las calificaciones, sino por la capacidad de entender, argumentar y proponer soluciones. Solo así podremos formar mejores ciudadanos, capaces de comprometerse con su entorno y contribuir al bienestar común.
No basta con que los estudiantes estén presentes en la escuela ni con que simplemente repitan información. Lo fundamental es que realmente comprendan lo que aprenden. Solo así podremos formar una generación que no solo sepa qué pensar, sino que también sepa cómo pensar de manera crítica y creativa.
Eleconomista