Puertos europeos bajo presión: congestión y aranceles amenazan cadenas de suministro

Las cadenas de suministro globales, vitales para el flujo comercial y la salud económica de Europa, siguen mostrando signos de estrés significativo. Un informe reciente de la consultora marítima Drewry, revela un empeoramiento de la congestión en puertos clave del norte de Europa, como Bremerhaven (Alemania), Amberes (Bélgica) y Hamburgo (Alemania), así como en Rotterdam (Países Bajos) y Felixstowe (Reino Unido).
Entre finales de marzo y mediados de mayo de 2025, los tiempos de espera para el atraque de buques aumentaron drásticamente: un 77% en Bremerhaven, un 37% en Amberes y un 49% en Hamburgo. Las principales causas identificadas son:
- Escasez de mano de obra en el sector logístico.
- Bajos niveles de agua en el río Rin, crucial para el transporte de mercancías en barcazas hacia y desde el interior del continente.
- Una distorsión de la demanda de transporte marítimo provocada por la política arancelaria de Estados Unidos hacia China. El reciente anuncio del presidente Trump de retrasar la imposición de aranceles del 50% a la Unión Europea hasta julio, para permitir negociaciones, ha ofrecido un respiro temporal, pero la incertidumbre persiste.
Esta congestión tiene múltiples efectos negativos:
- Alargamiento de los tiempos de tránsito de las mercancías.
- Interrupción de la planificación de inventarios para las empresas.
- Presión sobre los transportistas para mantener mayores niveles de stock, incrementando costes.
- Aumento de las tarifas de flete, como ya han anunciado grandes navieras como MSC Mediterranean Shipping Co. para las rutas desde Asia a partir de junio.
Rolf Habben Jansen, CEO de Hapag-Lloyd AG, aunque optimista sobre mejoras recientes, estimó que se necesitarían «otras seis a ocho semanas» para controlar la situación en los puertos europeos.
Este panorama logístico complicado se inserta en un contexto económico más amplio de cautela. Las proyecciones de marzo de 2025 del Banco Central Europeo (BCE) ya anticipaban que la elevada incertidumbre geopolítica y política, especialmente en el ámbito comercial global, pesaría sobre el crecimiento económico de la eurozona, ralentizando la recuperación esperada.
La situación está forzando a la Unión Europea a redefinir su papel en la economía global. Se observa un movimiento hacia una «economic statecraft» (política económica de Estado) con un enfoque más geopolítico, abandonando la tradicional separación estricta entre intereses comerciales y estrategia de política exterior. Este cambio responde a lo que se ha denominado la «instrumentalización de la interdependencia», donde las relaciones económicas se utilizan cada vez más como herramientas de poder político. La UE busca una «autonomía estratégica abierta», pero enfrenta el desafío de equilibrar el apoyo a industrias clave con el mantenimiento de la competencia leal dentro de su mercado único.
«La incertidumbre política adicional actuará como un lastre para la actividad global al añadir riesgos a las decisiones de gasto,» señaló Oxford Economics en una nota de investigación citada en relación con las amenazas arancelarias de EE.UU. a la UE.
Mientras Europa impulsa ambiciosas transiciones –la verde, a través del Pacto Verde Europeo, y la digital, con regulaciones sobre IA y ciberseguridad–, la financiación de estas transformaciones se vuelve más ardua. El crecimiento económico ralentizado, la incertidumbre comercial y las presiones fiscales sobre los estados miembros complican la movilización del capital necesario.
Aunque existen iniciativas de apoyo a la empresa, como las líneas de financiación que BBVA ofrece a emprendedores, startups y pymes en Europa para impulsar su crecimiento , se requiere una movilización de capital público y privado a una escala mucho mayor. Las decisiones sobre prioridades de gasto, posibles nuevas formas de deuda común europea, reformas fiscales y el incentivo a la inversión privada serán cruciales. El riesgo es que la falta de financiación adecuada frene el progreso en estas transiciones, vitales para la competitividad y sostenibilidad a largo plazo de Europa.
La «nueva normalidad» parece ser una de disrupción constante en las cadenas de suministro y una presión continua sobre la competitividad europea. Las empresas del continente deberán desarrollar una mayor resiliencia y diversificación, mientras la UE podría verse forzada a adoptar políticas industriales más intervencionistas, lo que a su vez podría generar tensiones internas sobre los principios del mercado único.
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La Verdad Yucatán