Compraron un camper para viajar por el mundo, la pandemia los agarró en Bolivia y se enamoraron de uno de los "mejores pueblos de Argentina"

Ella es española; él, argentino, y la vida los unió en Comodoro Rivadavia, en la provincia de Chubut.
Esther Medina Muñoz, recién recibida de geóloga, llegó para trabajar en una petrolera en el país con la adrenalina de su primer trabajo y lejos de su España natal. Flavio Duplatt, su compañero de trabajo y apasionado por las montañas, comenzó a ver en Esther una gran cómplice de aventuras. Ambos amaban la naturaleza y disfrutaban cada instante que pasaban sumergidos en ella, explorando.
Así comenzó una historia de amor que creció entre salidas de trekking y paisajes espectaculares.
Cuando Esther cumplió 30 años, empezó a sentir que se le escapaba la vida.
“Flavio también estaba un poco así, y nos preguntamos cómo viviríamos si pudiéramos elegir. La respuesta fue unánime: siendo libres, viajando”, recuerda Esther, y lo resume en una frase: “Uno viene a este mundo una sola vez; es muy triste no conocerlo”.
La planificación de esa vida viajera llevó unos tres años. Evaluaron cómo podían sostenerse económicamente y descubrieron que era posible ganarse la vida de diferentes maneras, según sus posibilidades: dar clases de entrenamiento funcional, de francés y también con temas relacionados al petróleo.
El interior del camper que usan para viajar. Foto @delapatagoniaalmundo
“Nos dimos cuenta de que podíamos sostenernos de otra forma y de que viajando no se gasta tanto. Así que nos animamos”, cuenta Esther.
Además, como reaseguro, compraron un terreno e hicieron casitas para alquilar, algo que les permitió ahorrar mucho.
Con respecto al transporte-casa, para el estilo de viaje de aventura y recorrido que planeaban realizar eligieron una camioneta 4x4 con un camper montado sobre ella.
De paso por el cerro de los Siete Colores, entre Calingasta y Barreal, San Juan. Foto @delapatagoniaalmundo
¿Qué comodidades ofrece esta alternativa? Tal como explican ambos, el camper, pequeño pero acogedor, cuenta con habitación, baño y cocina.
Pero lo más curioso fue cómo llegó a sus vidas: “Como siempre hablamos, hay mucha magia en el camino, y cuando las cosas se tienen que dar, se dan. Teníamos un auto en venta y, al mismo tiempo, una persona de Comodoro vendía un camper. Fue una triangulación perfecta: vendo el auto, compro el camper y ya está”, resume Esther.
Un paso clave en estos preparativos fue desprenderse de cosas materiales. Regalaban, organizaban ferias y, con cada objeto menos, se sentían cada vez más livianos, más libres.
Una hamaca al abismo, en su paso por Ecuador. Foto @delapatagoniaalmundo
“Finalmente, todo se redujo a meter poquita ropa en el camper, ¡y nos fuimos con nuestros gatos!”.
Así cuenta Esther que esta familia viajera (conformada por ellos y sus dos mascotas, Fles y Enana) comenzó la aventura. Que se agrandó al pasar por Ecuador, donde adoptaron a una gatita llamada Pulguita, para luego seguir con la aventura, dejando huellas y descubriendo el mundo.
El viaje comenzó el 24 de junio de 2019. Primero recorrieron las regiones argentinas que no conocían. Tomaron la ruta 3 y pasaron por la provincia de Buenos Aires. Atravesaron paisajes muy diversos de Entre Ríos, Catamarca y La Rioja, además de Chaco y Formosa.
Con el camper de viaje por Brasil. Foto @delapatagoniaalmundo
Cruzaron a Paraguay y visitaron Brasil. Pero al llegar a Bolivia, todo cambió: “A los dos días, ¡pum!, la pandemia”, recuerda Esther.
Dicen que, de algún modo, la suerte estuvo de su lado. “El mejor lugar donde nos podía tocar era Bolivia”, asegura recordando con cariño su estadía en Chochis, una pequeña aldea donde fueron cálidamente recibidos.
Pasado un tiempo -y aún sin poder moverse por los cierres producto de la pandemia- comenzaron a necesitar dinero para mantenerse. Así decidieron empezar a dar clases de entrenamiento funcional.
Pidieron la autorización y los habilitaron para trabajar al aire libre con medidas de seguridad, y recuerdan ese paso como un éxito.
“Fue muy divertido, a la gente le gustó mucho y eso nos permitía ganar un poco de dinero”, cuentan.
Una de las salidas de trekking guiado al volcán Copahue. Foto @delapatagoniaalmundo
Cuando se pudo empezar a circular nuevamente, llegaron a Samaipata y, después de nueve meses en Bolivia, lograron volver a ingresar a la Argentina.
Cuando regresaron al país, la decisión fue clara: querían ir bajando por la Cordillera de los Andes, pero como tenían temor a que otra ola de Covid los dejara “atrapados”, buscaban estar en un lugar que realmente los hiciera felices.
“Si nos tenía que agarrar, que al menos fuera en un lugar que nos gustara”, recuerda Esther.
En eso estaban cuando llegaron a Caviahue, con la intención de quedarse apenas tres días. Pero entre la geología, el volcán, las termas y todo lo que ofrece ese rincón patagónico de Neuquén, Esther sintió un flechazo: “Me enamoré”.
Salidas de geoturismo en Caviahue. Foto @delapatagoniaalmundo
Dicen que a veces el lugar te elige, y Caviahue-Copahue los eligió a ellos. El mismo lugar que a fines del año pasado fue elegido como uno de los Mejores Pueblos Turísticos del mundo (Best Tourism Villages, de ONU Turismo).
Ahí crearon su emprendimiento de Geoexperiencias: “Con la profesión de geóloga de Esther y los conocimientos que ambos tenemos de montaña, planteamos un proyecto en conjunto”, destaca Flavio.
La propuesta incluye visitas a los lugares turísticos clásicos como el Salto del Agrio, el Puente de Piedra, las cascadas o el volcán Copahue, pero con un valor agregado: explicar los procesos geológicos que formaron esos paisajes en un lenguaje sencillo, accesible para todos.
Además, el emprendimiento les permitió cumplir el sueño de equilibrar trabajo y tiempo libre. Flavio resalta que con Geoexperiencias ocupan cuatro meses al año, mientras que disfrutan otros ocho meses viajando: “Seguimos dando clases por internet, tenemos nuestras actividades, pero esto nos permite disfrutar la vida de otro modo, que es aquello que nos había motivado al principio”.
Además del Salto del Agrio, la estrella indiscutida de la región es el volcán Copahue, donde organizan una experiencia de aventura que incluye un trekking de alta intensidad:tras varias horas de caminata, los visitantes llegan hasta el mismísimo cráter, desde donde el paisaje es, simplemente, inolvidable.
Esther cuenta que sobre el cráter hay un glaciar que con el calor del verano se funde y rellena el cráter, formando una laguna cratérica muy ácida. Es la misma ladera en la que nace el río Agrio.
“Hay muy pocos lugares en el mundo donde uno puede ver esto: un volcán activo, el río y un lago ácidos. Todas bellezas que lo hacen un lugar único”, destacan.
Cuando se les pregunta por qué no hay que perderse esta experiencia, no dudan ni un segundo: “Uno tiene la oportunidad de subir a un volcán activo que está a los pies de un pueblo. Te vamos a buscar a la mañana, caminás, te asomás al cráter del Copahue y después regresás al pueblo, te tomás una cervecita artesanal y saboreás una rica comida regional. Una experiencia completa, y única”.
Clarin