La isla del Caribe sin sargazo que tiene cada vez más argentinos y quiere ser capital gastronómica

Son las 8 de la mañana y todo el mundo ya está en plena actividad en Aruba. A paso rápido, lentes de sol, bloqueador solar y sombrero, el grupo cruza el estacionamiento y atraviesa el lobby de un lujoso hotel para llegar a tiempo a la cita, junto al mar turquesa.

En un jardín entre palmeras, está finalizando una clase de yoga. Y, unos pocos metros adelante, dos parejas de chicos se ríen a carcajadas mientras juegan al ping pong.

Los pies alcanzan la arena blanca, que increíblemente no quema porque, nos explican, está formada por restos de coral y conchas trituradas.

Después de zigzaguear entre las sombrillas y reposeras, ya podemos ver el imponente muelle de Pelican Adventures, con varios catamaranes amarrados.

Inmensidad y belleza en un mar que ostenta un degradé de azules. El agua cálida y transparente, sin sargazo por ahora, un verdadero privilegio en esta temporada 2025.

Una vez chequeada la reserva, hay que formar una fila para subir a la aventura del snorkel: será un paseo de seis horas, con tres paradas, que incluye desayuno, almuerzo y barra libre.

La primera parada es para sumergirse en el arrecife de corales de la costa noroeste, donde hay peces de colores, calamares, cangrejos y tortugas. La segunda, para nadar entre los restos del barco Antilla, un carguero que se hundió en 1940. Y la tercera parada invita a bucear entre tortugas marinas. En resumen, el placer de la vida submarina en primer plano.

Toda esa biodiversidad se disfruta a 10 minutos de donde zarpamos y a pocos metros de la costa, donde se ve el faro de California (el nombre homenajea al vapor California, que naufragó en la zona en 1891).

Pero no todo es hacer snorkel en esta excursión: antes de emprender el regreso a Palm Beach, se sirve paella a bordo. Suena NuevaYol, el último hit de Bad Bunny, y se sirve Balashi, la cerveza nacional estilo pilsner holandesa.

En el sur del mar Caribe, la isla está a 25 kilómetros de la costa de Venezuela. Tiene su propio gobierno, administración y autonomía, pero es uno de los cuatro países que integran el Reino de los Países Bajos (junto con Curaçao y Saint Maarten). La reina Máxima y el rey Guillermo Alejandro suelen visitar Aruba cada año.

Más datos: la isla tiene 180 km2 de superficie total, un promedio de 360 días de sol, temperatura media de 28 grados y población estable de 107.000 habitantes.

Oranjestad, la capital, merece darse una vuelta, entre sitios históricos, modernos y la famosa postal de las casas coloniales, de colores pastel. Imperdibles: el Ayuntamiento, el fuerte Zoutman o el centro comercial Royal Plaza, además de una vuelta en tranvía: es de 2012, conecta la terminal de cruceros con el centro de la ciudad y tiene seis paradas en monumentos, museos y áreas comerciales.

Un dato interesante es que como en Aruba no tienen fuente natural de agua potable, se autoabastecen con su propia planta de desalinización (usan agua de mar para obtener agua potable). Según mediciones de estándares de la Organización Mundial de la Salud, es de máxima calidad y apta para beber desde el grifo.

Seguridad, hospitalidad, clima cálido y seco y un delicioso mar de agua transparente son algunas de las ventajas con las que compite en el Caribe. Y que atraen a los argentinos, que en 2024 fueron 27.000. Para este año esperan crecer un 5%.

Además de establecimientos hoteleros de calidad, en los últimos años viene pisando fuerte la movida gastronómica. De los 250 restaurantes, hay 15 que son Chef’s Table. Además, desde este año Aruba empezará a competir en el prestigioso North America’s 50 Best Restaurants, y quiere posicionarse como la cocina más premiada del Caribe.

Restaurantes como Caya House, Papiamento, Quinta del Carmen y L’Avenue ofrecen un mix de sabores del Caribe y platos gourmet con ingredientes que, en un 98%, se importan. Esto es importante y lo destacan, ya que el costo que genera la necesidad de importar incide en el precio del menú de tres pasos, que varía entre 70 y 100 dólares por comensal, sin bebidas.

Esa multiculturalidad que se ve en la comida se siente en todos lados. La mayor parte de los habitantes hablan cuatro idiomas: el neerlandés (oficial para todos los trámites), el papiamento (lengua que mezcla español y portugués con vocablos que vienen del inglés y de algunas lenguas africanas), el inglés y el español (lo aprenden a la perfección en la escuela).

La extensión de sus playas y los servicios le dieron fama mundial a la isla. Eagle Beach es la playa más conocida y suele estar en el podio de las “mejores playas del mundo”.

Es donde está el fofoti, un árbol que se alimenta del agua salada y tiene una forma caprichosa, esculpida por los vientos alisios, esenciales para la circulación atmosférica y la navegación.

De arena blanca y mar calmo, otra playa famosa es Palm Beach, en el noroeste, donde están las principales cadenas hoteleras, galerías con tiendas, restaurantes y bares.

Baby Beach, en el otro extremo de la isla, es ideal para disfrutar de una gran variedad de actividades con chicos de todas las edades por la poca profundidad del agua, sin olas. De hecho, los nadadores pueden cubrir grandes distancias sin dejar de hacer pie. Está en la parte sur, cerca de San Nicolás (barrio reconvertido que hoy es considerado capital del arte callejero del Caribe).

Hay más: la playa Tres Trapi, rodeada de acantilados y menos concurrida; o la playa Arashi Beach, favorita de los locales, muy cerca del Faro de California.

Lógicamente, los deportes náuticos están a la orden del día y es lo que muchos esperan aprovechar en la llamada “isla feliz”.

Pero hay una excursión muy elegida que es terrestre y aventurera: la visita en vehículos 4x4 al Parque Nacional Arikok. Una zona no habitada de la isla, de paisajes áridos, con una geografía de acantilados, roca caliza y volcánica, piscinas naturales con agua de mar y cuevas con pinturas rupestres (hay huellas de manos, pescados, caparazones de tortugas y grillos).

“No traigan ni compren plásticos de un solo uso, eviten tirar basura o malgastar agua y electricidad; siempre es importante conservar los recursos, pero aún más en el delicado ecosistema de nuestra isla”, plantean en la isla, conscientes de la fragilidad del ecosistema y de que flora y fauna autóctonas están disminuyendo y los arrecifes de coral van desapareciendo.

Paseos vinculado con el cuidado de la fauna:

• Dentro de los 7 días previos al viaje, tramitar la tarjeta EDCard y pagar la cuota de sostenibilidad de US$ 20. Se envía un QR vía mail (edcardaruba.aw).

• Por ahora, a los argentinos no se les exige certificado de vacuna contra la fiebre amarilla.

• Hay servicio de colectivos y taxis para moverse entre las playas. Un viaje entre Palm Beach y Eagle Beach, de 4 kilómetros de distancia, cuesta 10 dólares.

• No funciona ningún servicio de aplicaciones como Uber o Cabify.

• Alquiler de una sombrilla en Eagle Beach, US$ 65; cada reposera, US$ 10.

• Cerveza, US$ 6; una picada de mariscos, US$ 22.

• Alquiler de auto por un día, unos US$ 40.

• Alquiler de equipos de snorkel, US$ 10.

• Catamarán, desde US$ 50, con barra libre y una comida.

• Crucero de dos horas y media con paradas para snorkeling en Boca Catalina y Antilla Shipwreck, con bebidas, US$ 70.

• Masaje de 30 minutos en la playa, U$S 40.

• Mariposario: US$ 20 (menores de 12 años, US$ 10).