¿Tu gato evita el contacto? Esto podría ser una señal de enfermedad.

Aunque los gatos se consideran independientes y reservados, una nueva investigación de científicos de la Universidad de Montreal demuestra que pueden ser particularmente sensibles al estrés. Los investigadores descubrieron que el estrés emocional severo en los gatos puede provocar brotes dolorosos de una infección de vejiga conocida como cistitis idiopática (CIF).
La CIF es una de las principales causas de visitas urgentes a clínicas veterinarias. Los síntomas incluyen inflamación, sangre en la orina y dificultad para orinar. Durante años, la enfermedad se consideró idiopática, es decir, sin causa identificable. Sin embargo, un estudio con 33 gatos sugiere que el estrés podría ser un factor clave.
La profesora Marion Desmarchelier, del equipo de investigación, citada por Newsweek, compara la CIF con enfermedades similares que se presentan en humanos, las cuales también pueden ser resultado de estrés psicológico severo. «Algunos gatos son sacrificados por esta causa. La enfermedad en sí no es mortal, pero los costos de los repetidos rescates pueden ser demasiado altos para algunas familias», enfatiza.
La pandemia ha captado la atención de los científicos. «Los gatos reaccionaron con estrés».Los científicos señalan que, durante la pandemia de COVID-19, el número de casos de CIF en gatos ha aumentado significativamente. La razón podría ser el confinamiento en casa, que ha alterado la rutina diaria de los animales. Si bien los perros han sacado más paseos, los gatos se han visto afectados negativamente. «Reaccionaron con estrés», afirma la coautora del estudio, Marianne Caudron.
Contrariamente a las predicciones de los investigadores, no fueron los gatos agresivos los más propensos a enfermarse, sino los temerosos y retraídos. Por ello, los investigadores hicieron un llamamiento a un cambio en el enfoque del tratamiento de la CIF: no solo el tratamiento físico de los síntomas, sino también el apoyo psicológico para los animales.
Entre las recomendaciones de los científicos se encontraban, entre otras, colocar una fuente adicional de agua o aumentar el número de areneros en la casa. Además, se necesitaban juguetes adicionales, un lugar seguro para que el animal descansara y un punto desde el que pudiera observar el entorno desde afuera.
Llevar a un gato al veterinario dos veces al año por una obstrucción de las vías urinarias cuesta una fortuna. Pero no tiene por qué ser así. Hay otras soluciones. Ese es el mensaje que queremos transmitir», explica Marion Desmarchelie.
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Wprost