El resultado es como un lujo.
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Hace dos años en Chengdu, el entrenador Luks podría haber estado furioso tras la final porque nuestro equipo perdió 3-0 contra Italia. Sin embargo, esa lección le fue muy útil, ya que este año el mismo entrenador llevó al equipo universitario al oro. En la final de Berlín, los polacos aplastaron a los brasileños, ganando 3-0 (25-15, 25-18, 25-20). Después del partido, Luks desfiló con orgullo por la cancha con nuestra bandera, incluso subiéndose a la tribuna del árbitro. Mientras ondeaba con energía la bandera rojiblanca, parecía un líder celebrando tras una batalla victoriosa.

Específico y honesto
"El entrenador Luks es una persona específica, honesta y justa con los chicos. Además, dicho de forma coloquial, tiene un don para entender cómo ayudar al equipo, qué conviene cambiar y a quién recurrir en cada momento", afirma Artur Słomka, exentrenador del equipo de voleibol de la Universidad de Varsovia.
Cabe destacar que la final contra Brasil se disputó en el Max-Schmeling-Halle, un recinto muy conocido por la afición polaca al voleibol. En 2015, albergó el partido de Asseco Resovia contra PGE Skra Bełchatów en las semifinales de la Liga de Campeones, y a principios de 2016, nuestro equipo masculino derrotó a Alemania en un emocionante partido, manteniendo así sus opciones de clasificarse para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. La semana pasada, el pabellón, cuyo patrocinador es el legendario boxeador, fue testigo de otro acontecimiento histórico. En esta ocasión, los protagonistas fueron los miembros del equipo universitario, que también compitió en otros estadios de la capital alemana en su camino a la final.
En la fase de grupos, Polonia no cedió ni un solo set, derrotando a Filipinas, Argentina y Colombia. Tras estos partidos, el entrenador Luks enfatizó que no fueron encuentros perfectos, ya que el equipo aún estaba desarrollando sus habilidades. El entrenador envió un mensaje claro: debían mantener los pies en la tierra y no conformarse con una serie perfecta de victorias en la ronda preliminar. Esta actitud probablemente los ayudó a mantenerse alerta cuando Taiwán puso el listón muy alto en cuartos de final. A pesar de algunos contratiempos, la selección polaca ganó 3-1 y luego demostró ser superior a la selección japonesa en semifinales, derrotándola por 3-0. La batalla por el oro contra Brasil fue un verdadero espectáculo. El capitán Michał Gierżot y Alaksiej Nasevich brillaron especialmente ese día, pero en realidad, todos merecían elogios. Un saque brillante, una excelente defensa y una gran calidad en otros aspectos nos permitieron celebrar este gran éxito.
No faltó ningún himno
A lo largo del torneo, vimos cuánto ansiaban ganar los jugadores. El mejor ejemplo fue la escena del partido de cuartos de final contra Taiwán, cuando Alexei Nasevich se rasgó la camiseta del nerviosismo tras una jugada fallida. Este partido fue probablemente el momento más importante de todo el torneo. Tras perder el segundo set, el marcador era 1-1, por lo que el equipo tuvo que demostrar su clase y alcanzar su máximo nivel en los momentos clave. Eso fue exactamente lo que ocurrió, y fue similar en el segundo set de la semifinal contra Japón, porque tuvimos que perseguir a nuestros oponentes. Todo se decidió por ventaja, pero de nuevo a nuestro favor. Cada jugador lo dio todo. Muchos de ellos mejoraron a lo largo del torneo y rindieron mejor en cada partido. Estaban unidos, como también lo demuestra claramente la escena de la ceremonia de entrega de medallas. La Universiada es un evento donde no se interpreta el himno nacional para los ganadores, sino "Gaudeamus igitur", el himno académico. Después de escucharlo, los chicos se dieron cuenta de que extrañaban la Mazurca de Dąbrowski y la cantaron ellos mismos, dice Artur Słomka, director del club deportivo AZS AWF Warszawa.
Cabe destacar que la medalla de oro en Berlín es la séptima que consiguen las voleibolistas polacas en la historia de la Universiada, y la segunda en el metal más preciado. Su anterior triunfo fue en Sheffield en 1991. La selección polaca también ganó cuatro medallas de plata (Búfalo 1993, Kazán 2013, Nápoles 2019 y Chengdu 2023) y una de bronce (Turín 1959).
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