Burlándose de los que trabajan

CP ha sido una vergüenza durante años. Esta es en gran medida la razón del estado de los ferrocarriles en Portugal. Viajar en tren es toda una aventura, porque cada dos días se produce algún altercado provocado por alguno de los sindicatos del sector ferroviario. En días anormales en que funciona el servicio la puntualidad es ridícula. En CP no hay calidad ni orgullo ni respeto por los pasajeros. Sólo utilizan el tren aquellos que no tienen alternativa. Es decir, los trabajadores más pobres, que ganan salarios inferiores a sus compañeros ferroviarios.
La empresa está en quiebra crónica, y sólo Pedro Nuno Santos es capaz de inventar que es rentable, omitiendo que fue él quien decidió transferir las pérdidas de CP al Estado empleador. En lugar de acumular pérdidas, la empresa empezó a recibir cada año un subsidio excesivo que cubría con creces sus pérdidas pornográficas.
Las huelgas son permanentes, a pesar de que los salarios en CP son muy superiores a los del sector privado y otras empresas del sector público, con diversos beneficios y subsidios inexplicables salvaguardados por absurdos convenios de empresa. Los sindicatos pugnan por desplumar a la empresa, sin piedad ni compasión por los ‘usuarios’, esos desgraciados que, en su mayoría, no tienen recursos para recurrir a otra alternativa.
En resumen, ni a los clientes ni a los empleados les gusta la empresa y, para el accionista, que somos todos, es un ‘perdón’ irreparable. La disrupción crónica sólo es posible porque quienes allí trabajan confían en que el empleo en el sector estatal está garantizado y es para toda la vida.
La actitud es desvergonzada: al día siguiente de la última huelga, el recorrido largo registró una supresión del 90%. El presidente del sindicato de maquinistas (SMAQ), también candidato de la CDU, explicó que "estas cancelaciones son todavía un reflejo de la huelga" y que CP restablecerá el servicio "a medida que los trabajadores se presenten". Y puso un ejemplo: «Un trabajador debería haber venido ayer [viernes] a Faro y no se presentó. Hoy no estaba en Faro para el viaje de vuelta». ¡Es realmente una burla de los que trabajan!
Resulta que el país está a punto de realizar enormes inversiones en el ferrocarril, que ya no se justifican si la empresa que explota el servicio no es confiable. La fiabilidad es un factor esencial en el transporte público, como alternativa de movilidad creíble. Bajo este supuesto, el PC es un instrumento que no sirve ni servirá nunca al sistema de transporte del país.
Montenegro habló de revisar la ley de huelga, porque la situación a la que hemos llegado es insostenible. Lo que dijo fue exactamente lo mismo que dijo Pedro Nuno Santos cuando era ministro y tuvo, hay que reconocerlo, un papel decisivo y meritorio en la nueva estrategia para el ferrocarril. Ahora, mientras sueña con gobernar con el PCP, sufrió un esperado ataque de amnesia.
De hecho, el Ejecutivo del que formó parte admitió, respecto a enfermeras y camioneros, haber recurrido a la requisición civil –un instrumento creado por Vasco Gonçalves durante el PREC, cuando huelgas descontroladas incomodaban a sus gobiernos provisionales. Como sabéis, en los países comunistas las huelgas estaban prohibidas.
Si revisar la ley de huelga, lo cual tendría sentido, es imposible porque aflige a las almas que custodian la inmutable Constitución, sólo queda liquidar el PC, abriendo el mercado a las empresas privadas. De hecho, algo similar a lo que se hizo hace cuatro décadas, con éxito, en la marina mercante, que también estaba en quiebra. No podemos seguir tolerando el desprecio total e impune del interés público por parte de los empleados del CP y debemos sopesar los derechos de todos los portugueses que pagan por un servicio que no se presta.
Jornal Sol