Ingreso al 1er año de escolaridad:

El inicio de la vida escolar de un niño, especialmente el primer año de colegio, es un momento marcado por nuevas experiencias y emociones, tanto para los adultos como para los niños.
En esta época del año (agosto) es habitual que muchos padres se sientan preocupados o incluso asustados por el inicio del colegio de sus hijos y, muchas veces, esta ansiedad acaba transmitiéndose involuntariamente a los niños.
La forma en que los padres viven este momento influye profundamente en cómo lo viven sus hijos. Si los adultos están ansiosos o temerosos, es probable que los niños también lo estén. Los niños absorben el entorno emocional que los rodea: si los padres muestran miedo, pueden creer que hay algo que temer. A menudo escuchamos frases como: "¡Ahora sí que va a ser serio... se acabó el recreo!". La intención puede ser inofensiva, pero este tipo de discurso tiende a aumentar la preocupación de los niños en un día que debería ser tranquilo, feliz y sin preocupaciones.
Por el contrario, cuando los padres se muestran entusiastas, seguros y positivos, ayudan a sus hijos a sentirse seguros. Su mensaje debe ser acogedor y tranquilizador, enfatizando el descubrimiento, el crecimiento y las nuevas amistades. Se pueden usar frases como "Aprenderás cosas nuevas", "Harás amigos" y "¡Será una aventura!". Los padres pueden ayudar a preparar este día de forma positiva: Hablando sobre la rutina escolar: Explícales qué sucederá, la entrada a clases, el recreo y quién los recogerá al final. La previsibilidad genera seguridad. Contando historias sobre la escuela: Si es posible, visiten la escuela juntos antes del primer día. Hablando positivamente de los profesores: Preséntalos como personas amables y cariñosas. Leer libros sobre el tema: Son excelentes para normalizar los sentimientos y fomentar el diálogo. Evita las comparaciones: Cada niño se adapta a su propio ritmo. Involucra al niño en la preparación: Elijan juntos su mochila, estuche y ropa. Esta participación aumenta el entusiasmo y la sensación de autonomía.
Establecer una rutina consistente en casa, como horarios regulares para despertarse, comer, hacer las tareas y dormir, ayuda a los niños a sentirse seguros y organizados. Una rutina bien definida facilita la adaptación a la estructura escolar. Fomentar la independencia animando a los niños a vestirse solos, preparar sus mochilas, guardar sus abrigos y preparar sus meriendas son pequeños gestos cotidianos que les dan la confianza para afrontar con mayor facilidad nuevos retos en la escuela.
Estimular la curiosidad y el aprendizaje fuera de la escuela, como visitar bibliotecas, museos, jardines y exposiciones, es una forma de demostrar que el aprendizaje puede (y debe) ser divertido y compartido en familia.
La participación familiar en la escolarización de sus hijos es uno de los factores más importantes para el éxito académico, social y emocional durante la infancia y la adolescencia. Es fundamental que los padres participen activamente, por ejemplo, estableciendo una relación estrecha con los profesores, presentándose al inicio del curso, expresando su disposición a colaborar y preguntando cómo pueden apoyar el aprendizaje de sus hijos en casa.
Lo ideal es que ambos padres figuren como tutores. Si esto no es posible, es importante definir quién asumirá esta función y cómo se compartirá la información. Una forma de garantizar una buena participación es mantener una comunicación fluida con la escuela, utilizando el cuaderno diario, el correo electrónico o las plataformas digitales para supervisar el progreso académico de sus hijos. Utilice estas plataformas no solo para informar sobre las dificultades, sino también para elogiar y reconocer el progreso.
Otras formas de asegurar esta participación activa son, por ejemplo, participar en reuniones y actividades de la escuela, estar presente en fiestas, ferias, visitas y reuniones, que también transmiten al niño la idea de que la escuela se valora.
Cuando los padres están separados, el primer día de colegio del niño debe transcurrir con calma y felicidad, sin conflictos parentales. El enfoque debe estar en su bienestar y seguridad emocional. Para lograrlo, es importante que los padres planifiquen con antelación cómo se gestionará la llegada y la asistencia, evitando improvisaciones. Evitar decisiones de última hora reduce el riesgo de tensión y garantiza que todo transcurra sin problemas. Al decidir si ambos padres estarán presentes en el colegio, es importante acordar de antemano cómo se gestionará cada momento para que todo sea armonioso. Se debe proteger al niño de conflictos, evitando discusiones, mensajes negativos o comentarios despectivos sobre el otro progenitor. Cuando la relación es cordial, es recomendable que ambos padres acompañen al niño a la puerta o a clase. Si esto no es posible, pueden alternarse, dejando a uno y recogiendo al otro.
El primer día de clases es un hito importante en la vida de un niño. Con apoyo emocional, un lenguaje positivo y una presencia cariñosa y segura, los padres pueden transformar este momento en un paso seguro hacia la independencia, el aprendizaje y la creación de recuerdos felices.
observador