Los alumnos de los lores políticos

Si hay algo que une a todos los cuadrantes partidarios es la escuela de los soundbites en los debates y las intervenciones políticas de los candidatos y sus pupilos. Uno de mis favoritos últimamente es “Te lo digo aquí, ojos a ojos” , una versión más íntima de “Lee mis labios” de Bush padre. Mientras el diablo se frota los ojos, el país se encamina nuevamente a las elecciones. El sufragio se ha convertido en algo habitual y los debates, por su repetición con los mismos participantes en tan poco tiempo, invitan a votar por João Pestana. Si los ojos son la ventana del alma, el alma es una casa que valdría más la pena discutir que las casas de los candidatos, que dan la impresión de que se están echando mal de ojo unos a otros.
Sacar a relucir la idea de “ojo a ojo” en un debate sirve para extraer sinceridad y relevancia, como si el receptor hiciera la vista gorda ante lo que se dice inmediatamente después. En los reality shows es común que los participantes se presenten de forma directa y sincera, en una descripción como Frei Tomás, lo que en la vida real fuera del show solo enmascara, a simple vista, la falta de modales o contenido. O, como en Scarface, enseñarnos que los ojos nunca mienten cuando algunas personas parecen ser capaces de convencer a sus ojos de lo que están transmitiendo, aunque no sea la verdad.
Si algo hemos aprendido de la caída de los índices de audiencia de los debates respecto al año anterior es que el electorado se cansa, y si los candidatos no están a la vista, no están a la mente, ya que menos gente quiere ver para creer. Dicen que nuestras pupilas se dilatan cuando estamos enamorados. De confirmarse, las empresas encuestadoras deberían acercarse a la gente y decirles los nombres de los distintos candidatos, para analizar adecuadamente sus reacciones oculares. Eso o colocarlos a 6 metros de un diagrama de Snellen cuyas líneas están formadas por las siglas de los partidos. Aun así, como vimos el año pasado, hubo miles de personas que tuvieron dificultades para diferenciar la EA del ADN en una tarjeta de calificaciones que estaba mucho más cerca de sus ojos. La celebración de la democracia nos obliga a respetar el voto popular, pero es importante que los ciudadanos no sufran errores refractivos no tratados. Tendrán que optar por lentes progresivas, lentes bifocales o lentes más rígidas, entre otras muchas casillas del boletín.
Si todo sigue igual, volveremos a depender de acuerdos orientados a la estabilización. Habrá algunos candidatos que ya habrán cambiado sus lentes de contacto para el día después de las elecciones. Y si hay roturas, la córnea suele ser la última en enterarse.
El desempate en la confrontación política, por sus maniobras viciadas de quienes tienen más ojos que panza, exige una ley del talión por ojos, invocando aquello de “ojo por ojo, diente por diente”. Entrando en los dolores de cabeza de los votantes, el mayor dolor de cabeza para los líderes políticos viene de intentar abrir los ojos de los inseguros.
observador