Desinformación y votantes jóvenes

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Desinformación y votantes jóvenes

Desinformación y votantes jóvenes

El otro día asistí a un debate en un instituto y debo confesar que me quedé atónito. Si bien estoy totalmente de acuerdo con este tipo de actividad en los centros educativos —es fundamental que los jóvenes participen en el debate político y democrático—, también es absolutamente crucial que quienes asistan sean honestos al presentar los hechos. Lamentablemente, eso no ocurrió.

No sé si esto sea normal en este tipo de iniciativas, pero en ese debate en particular, los representantes del PS y del PCP manipularon descaradamente la información. Cuando llegué, aún pude ver la presentación del PS. Según me contaron, en la primera parte, muchos otros partidos hicieron sus presentaciones. La presentación comenzó con el futuro candidato del PS a la Junta Parroquial de Olivais, quien ofreció una interesante presentación sobre la importancia de las autoridades locales para la población, el gobierno local y todo lo relacionado. A continuación, dos jóvenes activistas del PS tomaron la palabra y, en sus discursos, hicieron declaraciones flagrantemente falsas: afirmaron que António Costa, cuando asumió el cargo de Primer Ministro en 2015, tuvo que lidiar con una situación de quiebra y que el PSD había congelado las carreras docentes. Ambas afirmaciones son objetivamente falsas. Todavía tengo que entender si las declaraciones se hicieron por ignorancia o con un intento de manipular a la opinión pública, con demagogia. Dada la edad, creo que está en la cartilla que estudian en las juventudes socialistas.

Sin embargo, este tipo de demagogia es profundamente preocupante cuando se dirige a los futuros votantes. Entiendo que los resultados de las últimas elecciones puedan estar desesperando a los partidos de izquierda, pero creo que también deberían llevar a la reflexión. Si los portugueses votaron mayoritariamente por la derecha, no es porque sean ignorantes e incapaces de comprender las supuestas virtudes del comunismo y el socialismo. Es precisamente porque han comprendido, por experiencia propia, que ninguno de estos sistemas políticos funciona realmente. Es hora de aceptar esta realidad en lugar de difundir información falsa.

En un momento dado, pregunté al representante del PCP cuál era la situación del partido entre 2015 y 2019, cuando, a cambio de su proximidad al poder en la "geringonça", permitió la degradación de los servicios públicos. Durante ese período, observamos un aumento significativo en la demanda de seguros médicos privados, consecuencia directa de la decisión puramente ideológica de poner fin a las Asociaciones Público-Privadas en salud. El mismo fenómeno se observó en la educación. De la respuesta dada, parece que el PCP ni siquiera contaba con apoyo parlamentario para ese gobierno. La supuesta memoria selectiva de sus miembros, pero no de los portugueses que expresaron su descontento en las urnas.

Le hice al representante del PS una pregunta igualmente pertinente: si los gobiernos socialistas eran tan beneficiosos para la educación como afirmaban, ¿cómo explicaban el constante declive del aprendizaje que mostraban las pruebas internacionales?

La respuesta fue la de siempre: la pandemia. Pero conviene recordar los hechos.

Esta estrategia de transferencia de responsabilidades ha caracterizado consistentemente al Ministerio de Educación durante los gobiernos de António Costa. Los resultados de PISA 2018 llevaron al ministro Tiago Brandão Rodrigues a atribuir la falta de éxito a las políticas del anterior gobierno del PSD-CDS (2011-2015). A la luz de los datos de TIMSS 2019, el secretario de Estado João Costa volvió a señalar a Nuno Crato. Con la publicación de PIRLS 2021, João Costa, ahora ministro, justificó los decepcionantes resultados con el formato digital de las evaluaciones. En vista de PISA 2022, el mismo funcionario alegó los efectos de la pandemia.

El patrón es claro: los estudios internacionales revelan sistemáticamente un descenso en el rendimiento de los estudiantes portugueses, pero el gobierno socialista invariablemente encuentra factores externos que explican estos fracasos. Durante casi una década de gobierno, implementaron profundos cambios en el sistema educativo —eliminando los exámenes nacionales, sustituyendo los objetivos curriculares y creando un «aprendizaje esencial»—, mientras, paradójicamente, se eximían de toda responsabilidad por los resultados obtenidos.

Por si fuera poco, el representante socialista también se dirigió al público juvenil y, con tono puramente demagógico, les preguntó si consideraban que el sistema escolar actual era "fácil". Es como si un cirujano le preguntara a un paciente si debería operarle el páncreas o el hígado: una pregunta técnica presentada como si fuera una simple opinión.

Es fundamental combatir esta desinformación, y el PSD debe comprometerse decididamente en este ámbito con los futuros votantes. Para combatir la manipulación de la información, es necesario ser rigurosamente honestos, respaldando los argumentos con datos concretos y cifras verificables.

Los partidos de centroderecha deberían invertir mucho más en estos debates escolares que en las protestas callejeras tradicionales, cuyo impacto electoral real es dudoso. El mundo ha cambiado profundamente y los partidos políticos deben adaptarse a esta nueva realidad. La batalla por las ideas se libra ahora, en gran medida, entre las generaciones más jóvenes y en los espacios donde se forman.

La democracia exige honestidad intelectual. Cuando esta honestidad falta, especialmente en el ámbito educativo, toda la sociedad sufre.

observador

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