Paulo Guidelly interpreta a un inmigrante en el teatro y evalúa la crítica social: 'Gran desafío'

A punto de protagonizar la obra Imigrantes en Río de Janeiro en la temporada del 12 de junio al 13 de julio, Paulo Guidelly habló con CARAS y destacó la importancia de su personaje: Elihu es un hombre inmigrante de África que pasa por innumerables desafíos y expone una severa crítica social en relación al caso de miles que tienen dramas similares.
El actor, quien recientemente protagonizó Abdias Nascimento y la telenovela portuguesa Cacau , experimenta todos los sacrificios y manipulaciones, así como los prejuicios contra los inmigrantes. Guidelly destaca la importancia de la obra y también cómo el arte actoral se está convirtiendo, más que nunca, en un instrumento de comunicación necesario. Lea la historia completa a continuación.
Tras un intenso trabajo en otro proyecto, ahora te sumerges en "Migrantes". ¿Cómo fue la transición entre estos dos proyectos tan potentes y diferentes?
No hubo transición. Recibí la invitación para unirme a ambas prácticamente al mismo tiempo. Los ensayos también comenzaron juntos. Puede parecer una locura ensayar dos obras simultáneamente (quizás lo sea), pero es algo que hacemos cuando comprendemos el poder de lo que se está construyendo. Los temas que cada obra plantea son urgentes, necesarios, y estar en este proceso es, sin duda, un regalo para cualquier actor que crea en el poder del escenario como espacio de transformación.
Elihu enfrenta dilemas extremos para lograr su sueño. ¿Cuáles fueron los desafíos más importantes al desarrollar este papel tan visceral?
Ha sido un gran reto interpretarlo. Un personaje extremadamente visceral, de pocas palabras, construido con un lenguaje naturalista en la puesta en escena. Las intenciones deben desbordarse en el subtexto, en el cuerpo, en la respiración, especialmente en la mirada. Es en este silencio que se comunica. Es en la pausa, en el gesto contenido, en el peso de lo no dicho que se revela. Interpretar a este personaje es un ejercicio constante de escucha, de entrega; es verdaderamente escénico. Un proceso que me impregna por completo.
Mencionaste que estudiaste historias reales de refugiados que vendían órganos, como en la obra. ¿Qué impacto tuvo esta investigación en ti, tanto personal como artísticamente?
Lo que más me impacta en este proceso es la palabra "sumisión". Pensar que hay personas que, ante una realidad tan cruel, se ven obligadas a vender sus propios órganos con la esperanza de lograr una vida mínimamente digna. La palabra "sumisión" me conmueve profundamente. Siendo sincero, no sé si yo tendría el coraje o la capacidad de decisión en su lugar. Interpretar a un personaje que se somete a esto es un don como actor. Un personaje lleno de matices, contradicciones, dolor y silencio. Y es precisamente en esta inmersión profunda donde reside el poder de la escena. El espectáculo se beneficia de esto. El público se beneficia, ya que, al menos, se retira del escenario con la intención de reflexionar.
La exposición "Migrantes" conlleva una fuerte crítica social. En tu opinión, ¿cuál es el papel del artista en tiempos de intolerancia y desinformación?
El trabajo del actor va mucho más allá de vivir en una burbuja de celebridades, memorizando un guion y simplemente profiriendo palabras sobre el escenario. En mi profesión, siempre he buscado procesos que me permitan profundizar en otras perspectivas, dando voz a historias que necesitan ser contadas, a personajes que merecen protagonismo y escucha. El teatro es el espacio ideal para provocar la reflexión y plantear cuestiones urgentes. La obra aborda una realidad aún poco explorada. Es fundamental que el público comprenda este problema global con mayor profundidad y reconozca la importancia de regularizar y regularizar a las personas que buscan mejores condiciones de vida en otros países. Necesitamos urgentemente abrir los ojos al mundo y a quienes lo habitan.
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