¿Cuántas reglas tiene una novela erótica?

Simplemente desnudo , Rendición total y Completamente tuyo son tres libros de Raine Miller. Llegados a este punto quizás los títulos sean suficientes. Los tres volúmenes fueron publicados en Portugal en 2016 por Topseller. Y ahí tenemos a Brynne que se enamora de Ethan, quien por supuesto es un hombre de negocios, y por supuesto, exitoso. Crea chispas: sólo verse hace que quieran estar en la cama. Debajo de sus músculos hay demonios emocionales, y la relación –tóxica– se sostiene página tras página.
Vi Keeland tiene un montón de libros publicados en Portugal, también por Topseller. Las portadas dicen lo que estás buscando: siempre hay un hombre muy guapo, muy musculoso y muy bien presentado. Miras el papel y hueles el aftershave fresco. El ególatra, el playboy, el profesor, el seductor y otros cuentan las historias que se pueden adivinar a partir de los títulos. Siempre hay un hombre irresistible que rompe las defensas de su presa, que aquí es sinónimo de mujer. Los hombres siempre son magnéticos y las mujeres siempre intentan escapar del poder que emana de sus poros, pero no funciona.
Todos ellos siguen la misma fórmula. El objetivo no es exactamente, ni únicamente, la creación de autoerotismo, es decir, una forma de transmitir la posibilidad de excitación sexual por parte del lector. En cambio, el contenido parece estar ahí para cumplir una fantasía, que es a la vez física y emocional, y que siempre implica una idea de salvación, lo que me lleva a creer que ese es el propósito de la lectura y que es aquí donde se llega a los deseos inconscientes o subconscientes de la audiencia, generalmente femenina. La novela erótica, en lugar de servir como mera vía de escape –como el contenido pornográfico–, utiliza una serie de ingredientes que ya han demostrado su eficacia para el efecto final, que supone, en términos comerciales, el consumo masivo y, en términos de la relación lector-libro, la satisfacción inmediata de una necesidad. Como resultado, las ventas, incluso cuando no alcanzan grandes cifras, siguen siendo considerables o estables. Como estos pilares nunca varían, dirán algo de la cultura en la que estamos insertos y formados.
No falla: es dulce y dócil y virginal. Totalmente inexperto, sin grandes atributos, sin encantar a nadie. Detrás de ella, nunca hay hordas de hombres. Tener un trabajo normal, amigos normales, una vida normal. Es solo un vecino más al lado de cualquier casa. Por regla general, resulta incluso un poco repugnante y tan inocente que da lástima. Él es lo opuesto: poderoso, dominante, controlador, misterioso, emocionalmente inmaduro, atormentado. Un tipo duro que necesita la mano de seda de una mujer. Al leer dos o tres novelas, rápidamente queda claro que el protagonista sirve como punto de identificación para el lector, quien, según las estadísticas, también tendrá su propio lado banal. Ahora bien, siendo así, ¿cómo no podría sentir el atractivo del más hermoso de los hombres, el que movería montañas por ella, el que curaría las heridas de su corazón destrozado?
observador