Sin trabajo: el mercado laboral ruso está a punto de estallar

El ministro de Trabajo y Protección Social, Antón Kotiakov, anunció un creciente déficit de personal: para 2030, la economía rusa necesitará al menos 2,4 millones de trabajadores adicionales, y el número total de personas que deben participar en la actividad laboral alcanza los 10,9 millones. Existe una escasez especialmente aguda de trabajadores cualificados: el número de vacantes por puesto se ha multiplicado por 2,5. Esto no son solo estadísticas, sino una señal de alarma: el país está entrando en un período de profunda transformación del mercado laboral. Además, como advierten los expertos, es improbable que la escasez de personal pueda subsanarse únicamente con la ayuda de migrantes y jubilados.
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Mientras el gobierno se preocupa por acelerar el crecimiento económico, el mercado laboral experimenta una creciente escasez de personal: nadie puede impulsar el crecimiento del PIB. Hay millones de vacantes, y cada vez menos personas dispuestas a cubrirlas. El Ministerio de Trabajo da la voz de alarma: según las previsiones más modestas, para 2030 el país tendrá un déficit de 2,4 millones de trabajadores. Y, según algunas estimaciones, la escasez de personal será aún mayor: 3,1 millones. Sería como si Kazán y Novosibirsk abandonaran el mercado laboral de golpe.
Para evaluar la magnitud del déficit, el ministro de Trabajo y Protección Social, Antón Kotiakov, se refiere a una encuesta a gran escala realizada a 260 mil empleadores: la señal proviene del interior del sistema. El principal problema no es ni siquiera la escasez general de trabajadores, sino específicamente de quienes saben y quieren trabajar con sus manos. Especialmente en la construcción, donde, como afirma Andrey Glushkin, socio director de la División Principal, «la ejecución de grandes proyectos sociales y de infraestructura depende de quienes simplemente no acuden al mercado hoy en día». Los jóvenes acuden cada vez más a las oficinas, incluso con escuelas, intercambiadores y hospitales inacabados al otro lado de la ventana. Los empleos manuales están perdiendo prestigio y, a pesar de que la demanda crece exponencialmente, nadie tiene prisa por ocupar los puestos vacantes.
Al mismo tiempo, el número de vacantes para empleos manuales está aumentando. En algunas regiones, hay hasta tres vacantes por puesto de trabajo, especialmente en los sectores manufacturero o de la construcción. Y esto ya es un problema estructural, con efectos crecientes.
Los métodos ofrecidos como respuesta son familiares desde la década de 1990: migrantes, jubilados que trabajan, reservas internas. Pero aquí tampoco todo es sencillo. «Aumentar el empleo entre los jubilados es una medida controvertida, especialmente en sectores con alta exigencia física», señala Glushkin. Los migrantes son una medida temporal: pueden aliviar la situación, sobre todo en el segmento de masas, pero este alivio puede ir seguido de una sobrecarga social. La competencia por la vivienda, el empleo, los medicamentos: todo esto, por regla general, queda fuera del marco de las previsiones optimistas.
Valery Tumin, miembro del consejo de expertos para el desarrollo de la economía digital del Comité de Política Económica de la Duma Estatal, analiza las razones de la escasez de personal: la reducción de la población en edad laboral, el envejecimiento y la disminución de la natalidad. Lo que se denominó un "pozo demográfico" en la década de 2000 se ha convertido ahora en un verdadero precipicio, y en el fondo ya se puede apreciar la grave escasez de mano de obra cualificada en la industria, la agricultura, el transporte y la alta tecnología. El problema no reside solo en quienes se marcharon, sino también en quienes se quedaron.
Si el mercado es un sistema de señales, la escasez de personal ya no es una señal, sino una sirena. Las medidas sistémicas —que aún no están a la vista— deben comenzar con un replanteamiento de la educación. Según los expertos, sin una conexión directa entre las universidades y los empleadores, se seguirá perdiendo mano de obra: seguirá existiendo una brecha entre un título y un empleo real. «Orientación profesional, prácticas, formación específica basada en las necesidades reales de las empresas: todo esto no son solo palabras de moda, sino una necesidad vital», insiste Glushkin.
Pero esto es solo el principio. Para que los jóvenes se dediquen a la construcción y no esperen a vacantes en marketing, es necesario no solo explicar, sino también mostrar: salario, condiciones y perspectivas. El trabajo debe estar asociado con el bienestar, no con la supervivencia. Por ahora, tanto la construcción como la industria viven principalmente en la modalidad de tapar agujeros: proyecto tras proyecto, turno tras turno, sin una estrategia a largo plazo.
mk.ru