Observaciones del columnista Buchheister sobre la Liga de Campeones y el Arminia Bielefeld

Durante la semana, en un bar del casco antiguo de Bielefeld, pude ver y escuchar cómo chocaron dos mundos del fútbol.
En la pantalla de televisión se estaba reproduciendo el partido de vuelta de la semifinal de la Liga de Campeones, París Saint-Germain contra el Arsenal, dos de los mejores equipos de Europa luchaban por un lugar en la final más importante del fútbol continental. Pero las conversaciones en la sala giraban en torno a otro acontecimiento, más importante para el público local: la final de la Copa DFB del 24 de mayo en Berlín, en la que participó sensacionalmente el club de tercera división Arminia Bielefeld. El rival será el VfB Stuttgart.
Estuve en Bielefeld para hablar con varias personas sobre lo que significa para la ciudad llegar al final, y lo que me dijeron independientemente se confirmó esa noche en el bar: es decir, que hoy en Bielefeld prácticamente ninguna conversación está exenta de la siguiente pregunta: ¿Tiene usted billetes para Berlín? ¿Cuánto pagaste por ello? Y: ¿Tienes alguno para regalar?
Así que mientras el PSG jugaba contra el Arsenal en la pantalla, la conversación giraba en torno a que a alguien aquí le habían ofrecido entradas de 500 euros para la última aparición del Arminia y una amiga allá había comprado una entrada al precio original, aunque no le interesaba en absoluto el fútbol. Y así sucesivamente.
La visita al pub fue una bonita demostración de que no todo el fútbol es igual. Está la Liga de Campeones de fútbol, que se ha convertido en una competición entre corporaciones internacionales, algunas con patrocinadores dudosos. Y luego está el fútbol, donde participar en la final de la Copa DFB es un acontecimiento único, en el más estricto sentido de la palabra.
Los dos mundos tienen poco que ver, pero a veces alguien pasa de uno al otro: si Bielefeld gana la copa, el club entraría en el negocio internacional.
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