Begum TV, una escuela vía satélite para las jóvenes de Afganistán privadas de educación
Wajiha Wahidi, periodista afgana de 25 años, se retoca el maquillaje antes de grabar su próxima emisión en el estudio de Begum TV, en París. El local, situado en el norte de la capital francesa, está formado por una pequeña redacción, una sala de grabación y otra de reuniones que están aclimatando con telas verdes para grabar en croma y poder así rodar dos programas en paralelo, un reflejo del crecimiento de esta televisión afgana en el exilio un año después de su creación. Como el resto de sus compañeras periodistas, Wahidi no lleva velo y aparece en pantalla con ropa de calle y a cara descubierta. Una apariencia muy distinta a la que muestra hoy la audiencia a la que se dirige: las mujeres afganas, que reciben sus emisiones gracias a la televisión por satélite, que llega a uno de cada dos hogares en Afganistán, un país castigado por la pobreza, donde más de la mitad de sus 42 millones de habitantes necesitan ayuda humanitaria para vivir.
Wahidi ya trabajaba como periodista con la televisión y radio nacionales antes de salir de Afganistán en 2022, nueve meses después de que los talibanes retomaran el poder. Tras pasar por Pakistán, llegó como refugiada a París a finales de 2023 con el apoyo de Reporteros Sin Fronteras (RSF), al igual que la decena de periodistas que hoy trabajan en esta televisión, todos ellos refugiados. Su misión es crucial para que una parte de los 1,4 millones de niñas que, según datos de la UNESCO, han debido dejar de ir a la escuela por orden de los fundamentalistas, pueda seguir teniendo algún tipo de acceso a la educación. E igualmente importante para que millones de mujeres, expulsadas de la universidad y de los puestos de trabajo de cara al público, encuentren en Begum información, apoyo psicológico y entretenimiento.
Desde su retorno al poder, los fundamentalistas han emitido más de un centenar de decretos que borran progresivamente la presencia de las mujeres en la sociedad y en el mundo laboral, les privan del ocio y restringen al máximo sus movimientos. La ONU ha subrayado que la privación de educación para las niñas mayores de 12 años es un caso inédito en el mundo y considera que el régimen talibán ha instaurado un apartheid de género y una persecución contra las afganas.
Las hermanas de Wahidi son un claro ejemplo de esta vulneración de derechos: su hermana mayor tuvo que dejar la universidad a un año de graduarse para ser médico y ahora está casada y es madre de dos niños. “Tiene problemas psicológicos. No ha sido fácil para ella llegar a la maternidad. No estaba preparada para ser ama de casa”, cuenta la presentadora, que lucha para traer a Francia a dos de sus tres hermanas pequeñas, todas desescolarizadas desde hace dos años. La tercera está ya comprometida y ha asumido que seguirá los pasos de la mayor de sus hermanas.
“En Begum TV he encontrado una familia de nuevo, y siento que estoy haciendo algo útil para las mujeres afganas”, explica esta periodista. Su trabajo la está sacando del hoyo depresivo que ha sido el exilio, pero también pone en peligro a los suyos: su padre ha sido detenido por los talibanes en varias ocasiones, e interrogado por las apariciones de su hija, sin velo, en una televisión extranjera.
Begum TV, lanzada en París por la periodista afgana Hamida Aman en marzo de 2024, con el apoyo económico del Ministerio francés de Asuntos Exteriores, Naciones Unidas y otras donaciones privadas y particulares, se ha convertido en una vía de escape para millones de mujeres en Afganistán.
La comunidad internacional se preocupa más de la seguridad, la inmigración o las drogas que de los derechos humanos. Cualquier presión o intervención en los últimos cuatro años no ha servido de nada, hay una laxitud implantada
Hamida Aman, fundadora de Begum TV
En poco más de un año, Begum TV ha puesto al alcance de las afganas 8.500 vídeos en pastún y dari que incluyen el conjunto del programa escolar, una misión que iniciaron previamente con la emisora radio Begum, que emite desde Kabul, pero que han podido ampliar gracias a la televisión, porque para asignaturas como las ciencias y las matemáticas la imagen es fundamental. “El 80% de nuestro contenido es educativo. Desde las siete de la mañana hasta las 13 horas emitimos cursos, por la tarde hay programas de entretenimiento y a partir de las 18 horas un prime time que producimos en París con emisiones de apoyo psicológico, consejos de salud, música y entretenimiento”, explica Aman, que pone a disposición estos cursos también en la web Begum Academy y en una aplicación móvil. “El objetivo es llegar al máximo de mujeres posible”, dice. Emiten también algunos reportajes doblados, cedidos por la televisión francesa, música y series que no están autorizadas en el país.
“Si la radio deja de existir, nuestro combate en TV será esencial”Muchas mujeres están con depresión por la falta de perspectiva para sus hijos y para ellas. Todas hablan de los mismos problemas: falta de sueño, pérdida de apetito, depresión, y suicidio, sobre todo entre las más jóvenes
Hamida Aman, fundadora de Begum TV
Hamida Aman parece haberse adelantado a la lógica de los talibanes. Quizás porque los conoce bien. Su familia huyó a Suiza cuando ella tenía ocho años, en los ochenta. Ella volvió en 2001, como periodista, para cubrir lo que estaba pasando tras los atentados del 11-S y la invasión estadounidense, y decidió quedarse para conectar con sus raíces y trabajar por su país hasta que se instaló en Francia, en 2015. En marzo de 2021, meses antes de la toma de poder de los talibanes, Aman había creado en Kabul Radio Begum. “Pensé que había que prepararse para la llegada de los talibanes haciendo una radio solo para mujeres, defender los derechos que nos costó tanto conseguir y tener una radio que pudiéramos gestionar si nos prohibían trabajar, lo que se volvió realidad”, explica.
Según RSF, “el 80 % de las periodistas en Afganistán se han visto obligadas a abandonar la profesión, y las pocas que continúan lo hacen bajo amenazas constantes, miedo y censura”. En la mayoría de las regiones del país, las reporteras no pueden ir a ruedas de prensa, entrevistar a hombres o mostrar su rostro en público. Una de las más recientes directivas de los fundamentalistas prohíbe incluso que la voz de una mujer se escuche en lugares públicos. La aplicación de estas normas, según reporteras afganas que siguen en activo, depende muchas veces de la interpretación y del talante de las autoridades locales, pero su actividad está sujeta a normas estrictas y presidida por el miedo.
“Mi temor es que esto se extienda por todo Afganistán, por eso creo que la presencia de la televisión se justifica aún más”, pronostica Aman.
Hasta el pasado mes de diciembre, Aman viajaba con regularidad a Afganistán para comprender la situación en el terreno. Debía viajar de nuevo a Kabul en febrero, pero una semana antes de embarcar, la sede de Radio Begum fue registrada y cerrada por las autoridades locales. Paradójicamente, el 15 de marzo, el Gobierno autorizó nuevamente las emisiones de la radio, que sigue emitiendo desde Kabul, pero en medio de enormes restricciones. . “Hay mucha presión sobre los medios que se dirigen a las mujeres”, señala Aman.
Para las mujeres que impulsan cada día Begum TV, lo más duro es la normalización de la nueva realidad de Afganistán. “Muchas personas ya asumen que, a partir de los 12 años, las niñas han de estar en casa”, lamenta la periodista Saira Akakhil que desde hace siete meses presenta un programa de salud, con consultas a especialistas médicos que hablan sobre cáncer de mama, menstruación y otras cuestiones tabú. También reciben consultas psicológicas en directo y llamadas de quienes buscan simplemente desahogarse.
Sé que pongo en riesgo a mi familia, que sigue allí, pero ¿por qué debería quedarme en silencio? Como persona, como actriz y como mujer, no puedo callarme
Marina Gulbahari, actriz y presentadora de Begum TV
Internet y la televisión por satélite, imposible de controlar por las autoridades, se han convertido en la principal forma de resistencia para las mujeres que siguen en el país. “Progresivamente, vamos a lograr que cada vez haya más llamadas en directo y preguntas de las espectadoras, al igual que hacemos en la radio. Muchas mujeres están con depresión por la falta de perspectiva para sus hijos y para ellas. Todas hablan de los mismos problemas: falta de sueño, pérdida de apetito, depresión, y suicidio, sobre todo entre las más jóvenes”, explica Aman que, como el resto de periodistas entrevistadas, se muestra pesimista sobre el futuro. “La comunidad internacional se preocupa más de la seguridad, la inmigración o las drogas que de los derechos humanos. Cualquier presión o intervención en los últimos cuatro años no ha servido de nada, hay una laxitud implantada”, dice. Aman espera, sin embargo, que la comunidad internacional no tome la decisión de aislar a Kabul, actitud que, en su opinión, convertiría a la población en rehén de la situación.
Marina Gulbahari pasó años hundida en una depresión que ha dejado atrás gracias en gran parte a su trabajo en Begum TV. En Afganistán era una estrella de cine desde niña, pero su aparición sin velo en un festival de Corea le valió serias amenazas y decidió no regresar a su país. Lleva una década en Francia, país que le ofreció asilo. “Me encanta lo que hago, siento que mi programa aporta felicidad a los que siguen en Afganistán y les cambia las ideas”, dice, en referencia al programa musical que dirige, así como a las entrevistas que hace a otras mujeres afganas, con las que se quiere recordar a las chicas que siguen el país que hay otros modelos de vida diferentes al que predican los ultraconservadores. “Sé que pongo en riesgo a mi familia, que sigue allí, pero ¿por qué debería quedarme en silencio? Como persona, como actriz y como mujer, no puedo callarme”, concluye.
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