Yuriria Iturriaga: No sólo de pan...

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urante 45 años nos dedicamos a observar e indagar, en lo posible consumiendo y practicando, los hábitos alimentarios en sociedades de los cinco Continentes para conocer las cocinas más diversas… La pregunta de base fue ¿qué es cocinar? hasta que pensamos haber encontrado una definición que puede dar cuenta de todas las cocinas del mundo: desde las prehistóricas hasta las actuales, y que se expresa así: cocinar es la serie de actos para transformar los alimentos a fin de hacerlos atractivos para los cinco sentidos y digestos para el cuerpo. Definición que nos dio el escalón de partida para indagar la historia de los alimentos y sus particularidades de producción y transformación, hasta las del consumo, lo que permitió asentar este principio: el fenómeno de cocinar es exclusivo del género humano y apareció a la par de su propia construcción mucho antes del dominio del fuego, siendo este último el medio utilizado por la mayoría de las cocinas pero no de todas, como comprobaremos.
Por otra parte, si bien no es un descubrimiento original la relación del alimento con la evolución en general, y en particular la humana, tuvimos la suerte de poder atar algunos cabos para llegar a la función exacta de un alimento particular en la construcción, (autoconstrucción es más preciso) de lo concretamente humano y que se gestó sobre el planeta Tierra, entre hace 50 millones y 35 millones de años mediante la ingesta ineludible de un alimento históricamente casual pero que sigue siendo la causa insustituible del mantenimiento de la humanidad en el siglo XXI d.J.C .
En esta primera entrega develamos nuestra teoría sobre el origen y desarrollo de lo humano .
Lo humano se autoconstruyó en el periodo que abarca de hace 50 millones a 35 millones de años, con base en la ingestión de glúcidos (azúcares lentos que alimentan las neuronas cerebrales y cuya función es ordenar los movimientos de los músculos).
Si antes de este periodo distintas familias de primates habían desarrollado movimientos útiles para la supervivencia con un cerebro incipiente, es en el lapso de tiempo en que suceden los cataclismos que modifican la faz del Planeta, creando las grandes cordilleras y las planicies de yerbas, mientras se ajustaban los trópicos en el cinturón ecuatorial y los hielos en los polos, provocando una migración de la fauna hacia los nuevos valles cuyo periodo fue nombrado por los especialistas como Edad de las Yerbas, justamente porque la selva tropical se confina en la cintura terrestre y lo alimenticio para la fauna superior surge en valles donde van a proliferar las yerbas
portadoras de las gramíneas que contienen los glúcidos : azúcares que se integran lentamente al torrente sanguíneo y alimentan directamente las neuronas que comandan el movimiento muscular. Lo que remite inmediatamente a la aseveración (comprobadísima de que la práctica desarrolla la conciencia: Carlos Marx) de que los granos de frágiles ramas deben ser alcanzados a distintas alturas del piso, tomados entre los dedos y descascarados para ingerirse) lo que obligó a los primates de los trópicos a desarrollar la bipedia y el quinto dedo oponible en un círculo virtuoso que se sigue desarrollando al día de hoy, milenios después de haber cambiado su alimentación a base de frutos, hongos, insectos, por una alimentación a base de granos y tubérculos farináceos cuyas características construirían, con la práctica, las características de lo propiamente humano, empezando por transformar lo ingerible en alimentario y desarrollar los elementos que constituyen y reproducen toda sociedad, como son, en primer lugar, el lenguaje hablado: sonidos-significados concretos para el colectivo-evolución a los signos-escritura-dibujo con contenidos conceptuales… Se nombra el universo y sus partes, las personas en su individualidad, las relaciones entre ellas, los objetos, los usos, los trabajos de modificación e invención, las costumbres de convivencia, los alimentos, las cocinas… sus ingredientes y atributos.
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