El PSG vence al Arsenal y buscará, a la segunda, su ansiada Champions

Era un duelo de segundas oportunidades, de buscar la gloria después de haberla rozado. Los parisinos no pudieron alcanzarla en aquella época de mascarillas y coronavirus y los británicos sucumbieron precisamente en este mismo estadio hace casi dos décadas a manos del germen del mejor Barça de la historia. Así que el PSG vio la puerta abierta y se coló para presentarse en la final ante el Inter. Lo hizo sin Mbappé, pero con un equipo solidario que demuestra que la Champions la tienen que atacar y defender once futbolistas. [Narración y estadísticas, 2-1]
Salió el Arsenal a encontrar pronto el tanto del empate en la eliminatoria, mandón y muy agresivo. No se habían cumplido los primeros 10 minutos y ya llevaba tres ocasiones claras de gol, una de Martinelli tras un saque de banda de Skelly a modo córner, otra de Rice, un cabezazo que se fue por poco tras un gran centro de Timber y la última un disparo desde fuera del área de Odegaard. En las dos últimas, la respuesta de Donnarumma fue más que sobresaliente. La mano abajo para despejar el disparo del noruego competirá con la de Sommer a Yamal por la mejor parada de esta Champions.
Los ingleses notaron la vuelta de Thomas Partey a su centro del campo. El jugador ghanés permitió a Rice volver a ocupar el carril interior, lo que daba más llegada al peligroso medio británico, y sus saques largos de banda generaban casi más peligro que un saque de esquina. También Odegaard pudo aparecer más en tres cuartos y comandar la presión alta que ordenó Arteta a sus hombres.
No encontraban los franceses el balón para desesperación de Luis Enrique. Kvaratskhelia no lo necesitaba. El primero que le llegó lo mandó al palo y encendió a la grada a la par que bajó un poco el ánimo de los gunners. De hecho, pese a que los ingleses quisieron mantener alta su presión, poco después un robo de Fabián dejó solos a Doué y Barcola para montar la contra. Quizás fue la juventud o la falta de picardía, pero la jugada terminó con un disparo inocente del que ejerció como nueve en ausencia del tocado Dembélé.
Poco después, el español decidió hacerlo por su cuenta y clavar un gol de bandera. El interior recogió un rechace de la defensa británica en el balcón del área, regateó a Martinelli con su control de pecho y la clavó con la zurda, imposible para Raya tras un roce con un defensa. Golpe que pudo ser doble si Barcola, un minuto después, hubiera conseguido culminar bien un nuevo contraataque del PSG. Le sobró un toque de balón.
El partido perdió efervescencia. El Arsenal, por miedo a recibir más castigo y el PSG, contento por haber duplicado su ventaja en una primera parte que comenzó como quien es vapuleado por una gran ola bajo el mar. Afortunadamente, sin heridas de gravedad, apenas un leve mareo.
El rugido de los PríncipesLa segunda mitad comenzó tranquila, como en un armisticio. Entonces salió a calentar Dembélé y rugió el Parque de los Príncipes. El PSG empezó más conectado al juego y a la eliminatoria. Resultaba metafórico ver a Kvaratskhelia perseguir a Saka en ayuda de Mendes, amonestado en el primer tiempo, y al equipo con más querencia por el esférico, como le gusta a su técnico.
Como en un espejo, en el minuto 65, fue Saka el que emuló la jugada de Kvaratskhelia para recortar hacia dentro y poner el balón en la escuadra. En esta ocasión no fue el palo el que evitó el tanto sino Donnarumma, inspiradisimo toda la noche, con otra mano inverosímil. Pero más inverosímil se antojó la remontada británica después de que el VAR llamara a Zwayer por una mano de Timber tras un disparo de Achraf. Penalti de los modernos, pero penalti. Sin embargo, Raya quiso dar un hálito de vida más a los suyos y detuvo el lanzamiento de Vitinha.
Último alientoNo lo quisieron tomar los británicos que se durmieron en una diagonal de Kvaratskhelia en la que el balón terminó en las botas de Achraf con un Partey blando en el duelo. El marroquí metió una comba imposible para Raya. Ese segundo tanto francés espoleó algo el orgullo inglés, que quiso anotar el tanto del honor poco después, obra de Saka tras una gran lucha de Trossard.
El partido se alocó, pero la ventaja francesa permitía a los de Luis Enrique reducir la ansiedad habitual de los últimos minutos. La final se tocaba con la punta de los dedos y los de Donnarumma la merecieron durante toda la eliminatoria. Espera el Inter, un equipo con más oficio y tres entorchados. Mal negocio.
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