Sorloth, un pistolero de leyenda que destroza récords y a la Real Sociedad en media hora

A un vendaval no se le puede poner freno y eso debió pensar Alexander Sorloth cuando fue encontrando el gol, uno tras otro y sin demasiado esfuerzo, cuando apenas había arrancado a sudar ante la Real Sociedad. Cada balón que rozaba su bota acababa en el fondo de la portería de Remiro. Y ese duende no había que dejarlo escapar. En un santiamén, mutó en el pistolero más rápido de la Liga, tumbando récord de otro fútbol que lleva vigente 84 años, y encarriló la victoria del Atlético antes de la media hora de partido. A sus compañeros les bastó con surtirle de balones. Daba igual un centro por la derecha o por la izquierda, un pase en profundidad o una contra en solitario. Todo lo que tocó Sorloth acabó reflejado en el marcador.[Narración y estadísticas: 4-0]
El primero se lo preparó Barrios, conduciendo una contra en el carril derecho y con un centro su carrera que solo tuvo que tocar de puntera para batir la meta realista. Sorloth era titular por la sanción de Julián Álvarez y en siete minutos ya había visto puerta. En tres más llegó el segundo. Esta vez se bastó solito. Samu Lino robó, se apoyó en su caída a la banda y el noruego alzó la vista, pero al no encontrar compañía en el área, se la jugó con acierto. Apenas había sacado de centro la Real cuando se encontró el tercero. Giuliano colgó un balón desde la derecha que rechazó Jon Martín al cuerpo de Martín Zubimendi, convertido en asistente involuntario para el hat-trick del noruego.
Tres goles en los 11 primeros minutos que son los más tempraneros de la historia de LaLiga. 15 había necesitado el valencianista Mundo en 1941 para endosarle los mismos al mismo rival, la Real Sociedad. Pero el estallido en las estadísticas que provocó el gigantón no se quedó ahí. Sus tres tantos los firmó en tres minutos y 57 segundos, lo que le ha convertido en el pistolero más rápido de la historia. Cuatro minutos y 45 segundos había necesitado Kevin Gameiro también con el Atlético en Gijón y tres segundos más David Villa con el Valencia.
Tanto partido quedaba por delante y tal era la excitación del Atlético que a la media hora cayó el cuarto, también de Sorloth para completar el póker en su noche mágica. Esta vez le asistió Javi Galán desde la orilla izquierda, no acertó Elustondo a despejar y apareció el noruego para el castigo.
A la Real Sociedad, deshecha, se le abrían vías de agua por todas partes. Era incapaz de mantener siquiera la pelota tiritando de desconfianza. O se quitaba de encima el pegajoso y arrollador dominio o la goleada sería histórica. Eso sin pensar que esta losa complica mucho su regreso a Europa, el último servicio que quería prestar Imanol Alguacil antes de su marcha.
Un centro de Take Kubo desde el carril izquierdo que no pudo cazar al segundo palo Zubimendi fue la única ocasión de los donostiarras en la dolorosa primera parte. Por eso en la segunda parte su banquillo se movió buscando solidez desde la que crecer, aunque eso supusiera el sacrificio de Kubo y Oyarzabal.
Lejos de esa reacción, lo que se encontraron fue a Sorloth estrellando con violencia en el travesaño el balón que al punto de penalti le centró Marcos Llorente. Los cuatro goles que le sientan en la mesa de Cristiano, Messi o Luis Suárez no eran suficientes para saciar al noruego.
Sin embargo, la excitación fue bajando en las filas rojiblancas. Alzó el pie y pasó de la verticalidad que destrozó a la Real a un control cómodo sobre un rival grogui y con la mirada perdida. Tampoco le hacía falta más y Simeone empezó a repartir esfuerzos pensando Osasuna y Betis. El equipo tiene atado el tercer peldaño en LaLiga, pero en el horizonte asoma el Mundial de Clubes y hay que sostener los esfuerzos.
Protegió a Barrios, con molestias, y poco a poco fue mandando al campo a balas que podían ser letales. Griezmann, la zurda de Lemar -que se lució en una falta al borde del área- o el pulmón de Gallagher. También echó mano de Correa, letal y al que Remiro le birló el quinto gol. Pero esta vez ese cambio tenía una intención diferente de la habitual: hacer que Sorloth saliera de su mágico partido ovacionado por el Metropolitano.
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