Martín La Rosa visita a Da Vinci y Rembrandt como a familiares lejanos

Seleccione idioma

Spanish

Down Icon

Seleccione país

Spain

Down Icon

Martín La Rosa visita a Da Vinci y Rembrandt como a familiares lejanos

Martín La Rosa visita a Da Vinci y Rembrandt como a familiares lejanos

Mirar retratos de Rembrandt, Da Vinci, Vermeer, Velázquez. Adentrarse en ellos, conocerlos en vivo y en directo. Visitarlos como a un familiar lejano que se extraña. Y recrearlos con otras pinceladas, desde la lógica artística de este tiempo. Así lo hace Martín La Rosa, cuyas impactantes pinturas pueden verse en la sede de Caseros del Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (MUNTREF).

Sus retratos consienten y, a su vez, desarticulan la mímesis construyendo una nueva escena cercana y abismal. Viajan en el tiempo, pero sin alejarse del presente, mientras expanden detalles y accidentes. “Como lector voraz que subraya fragmentos del texto para luego citarlos en su escrito, Martín La Rosa se apropia de algunas de las obras maestras del arte occidental y, en cada gesto de apropiación, entabla un diálogo paciente y atemporal con sus colegas artistas. En esa conversación, rodeada de silencio y de misterio, explota al máximo su capacidad de escucha visual", sostiene Florencia Battiti, curadora de la muestra.

La Gioconda, de Leonardo Da Vinci, por Martín La Rosa.La Gioconda, de Leonardo Da Vinci, por Martín La Rosa.

La Rosa (Buenos Aires, 1972) cursó estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y obtuvo varios reconocimientos. Su obra fue exhibida en muestras individuales en Buenos Aires, Miami, Nueva York y Londres, entre otras ciudades. Residente entre Argentina y Europa, su más reciente exposición, El árbol y el bosque, estuvo en España y en Italia. En diálogo con Ñ, el artista, quien también es dibujante (destacado en esta disciplina en el reciente Tomo XIII de la Historia General del Arte en la Argentina de la Academia Nacional de Bellas Artes) habló de la importancia del proceso creativo, del paso del tiempo en la obra, de la “verdad” artística en la contemporaneidad, entre otros temas.

-Siempre es más fuerte el retrato y de una sola persona. Creo que es una excusa para atrapar el agujero, el vacío, el silencio y el espacio. Todos estos retratos los vi personalmente, sino no podría trabajar. Cuando retratás a una persona, más allá del parecido, lo que intentás es el intercambio, no sólo pintar el aspecto físico. Cuando veo un cuadro, de la misma manera, pinto lo que me sucede. Esto comenzó al ver por primera vez en la Frick Collection, en Nueva York, un autorretrato de Rembrandt [de 1658]. Cada vez que volvía, lo primero que hacía era ir a saludarlo como si fuera un familiar. Y si no iba el primer día sentía culpa.

La dama del armiño, de Da Vinci, realizado hacia 1490, en versión de Martín La Rosa.La dama del armiño, de Da Vinci, realizado hacia 1490, en versión de Martín La Rosa.

-Es un desafío hacer pintura con los maestros de la pintura occidental del Renacimiento y el Barroco.

-Un artista no elige lo que va a pintar, la imagen se impone. Cuando le mostré por primera vez mi obra a Guillermo Roux me dijo: “La Rosa, usted está perdido”. Con el tiempo descubrí lo que me quiso decir. A uno no le queda otra cosa que ser lo que es. Y lo único que interesa en una obra más o menos contemporánea es decir la verdad. La Gioconda la hice varias veces y esta fue la última [la que está presente en la exposición de 2022]. Traté de pintarla lo menos posible y que se reconociera. Tengo anécdotas con chicos sobre esta obra. En una oportunidad, la tenía en el suelo del taller en Valencia y un nene me dice que hay alguien está pintado la Mona Lisa, como si hubiera empezado de arriba para abajo. Otros ven la imagen como la del wifi cuando no se carga bien o me preguntan si la Mona Lisa está abajo y la tapé.

-Estos impactantes retratos están a su vez intervenidos de distintas maneras haciendo alusión a los cuatro elementos de la naturaleza. Los agujeros realizados con velas, los círculos de tierra, los velos, entre otros.

-Los agujeros hechos con vela tienen que ver con el fuego, pero también con que siempre hay algo delante de la obra en un museo que se nos interpone, físico o mental. Tiene que ver, además, con acelerar el proceso del paso del tiempo en la obra. El círculo simboliza el aire en el otro caso. Hay unas obras que no están acá y que una la sumergí en el Mediterráneo, otra lo enterré en los jardines de Valencia, otra la dejé meses colgada en el balcón para ver cómo le influía el aire. La obra Retrato de una mujer con abanico. Diálogo con Rembrandt (2019) [presente en la muestra] la expuse varias veces, los círculos marrones sobre la imagen son de pigmento color piel. Cuando la enrollo el pigmento se empieza a caer pero, a su vez, va quedando de muestras anteriores y la obra se ve cada vez menos, lo cual es generado por el paso del tiempo.

Retrato de una mujer con abanico. Diálogo con Rembrandt (2019), intervenida. Retrato de una mujer con abanico. Diálogo con Rembrandt (2019), intervenida.

-¿Te consideras un pintor realista?

-Para mí soy un pintor abstracto porque lo que descubro es que la obra de Rembrandt, por ejemplo, es una excusa para llegar a la abstracción. Porque lo que me interesa son partecitas para llegar a un todo.

-La mayoría de los trabajos son de gran tamaño y hay otros pequeños.

-Me gustan las obras muy grandes o muy chicas. Agrandarlas es simbólico, llevar a este tamaño obras que son pequeñas es descubrir, es un desafío técnico.

Martín La Rosa vive entre Argentina y Europa. Martín La Rosa vive entre Argentina y Europa.

-¿Cómo surgen las pinturas de follaje con un tratamiento casi fotográfico de la imagen?

-Los follajes aparecieron durante la pandemia. Antes estaban pero, generalmente, delante de la obra tapando la figura. En la pandemia, cuando se empezaba a poder salir a la calle, veías a las plantas reverdecidas, estaban felices de que estuviéramos encerrados. Pero también tiene que ver con lo que me pasa a mí con la naturaleza. Todo está basado en fotos que saco. Hay una planta que está a la vuelta de mi casa, paso y la saludo. El tema del follaje también me atrapa para pintar lo que no se ve.

Pinturas de follaje, de Martín La Rosa.Pinturas de follaje, de Martín La Rosa.

-En toda esta muestra aparecen en algunas obras y en las paredes espinas de acacia. En la pintura Retrato de Ginebra de Benci. Diálogo con Leonardo (2023) su presencia es muy potente y la redefine. ¿Por qué las espinas?

-El árbol que tiene atrás en la pintura que mencionás me llevó a eso, pero después descubrí, además de lo estético, que las espinas simbolizan mucho para mí. Tendrá que ver con las espinas de la corona de Cristo, que eran de acacia. Simbolizan todo lo que nos amenaza, lo externo que te inquieta y no manejamos. Por eso quise que tomaran la sala.

Martín La Rosa. El tiempo y lo visible se puede visitar hasta el 30 de junio, de lunes a sábado de 12 a 20, en el Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (MUNTREF), Valentín Gómez 4838, Caseros, Provincia de Buenos Aires. Entrada: gratuita.

Clarin

Clarin

Noticias similares

Todas las noticias
Animated ArrowAnimated ArrowAnimated Arrow