El gasto privado en salud crece un 50% desde el comienzo de siglo: cada español gasta 631 € al año
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Durante el siglo XXI, el sistema sanitario español ha vivido cambios profundos que han influido considerablemente en la evolución del gasto en salud tanto público como privado. Desde la transferencia de competencias a las comunidades autónomas y el envejecimiento de la población, hasta la innovación tecnológica, la crisis financiera de 2008 y el impacto de la pandemia de covid-19.
El gasto público en sanidad experimentó un fuerte incremento durante los años de crecimiento económico previos al pinchazo de la burbuja inmobiliaria, especialmente con el traspaso de las competencias a las comunidades autónomas en 2002. Sin embargo, la crisis de 2008 provocó un notable desequilibrio en las cuentas públicas, que llevó a una reducción del gasto sanitario a partir de 2010 debido a los recortes aplicados por las comunidades autónomas. A partir de 2014, el gasto público en sanidad comenzó a recuperarse y, con la llegada del covid-19, superó en términos reales los niveles previos al crack de 2008. En 2022, el gasto alcanzó los 96.279 millones de euros (constantes de 2015), manteniendo una tendencia al alza, según los datos oficiales del Ministerio de Sanidad.
A diferencia del gasto público, que sufrió tras la crisis de la burbuja inmobiliaria, el gasto privado en salud ha seguido una tendencia constante al alza desde principios del siglo XXI. Más concretamente, entre 2003 y 2022, el gasto privado —principalmente el de las familias— ha crecido un 50% en términos reales y ya representa el 25,9% del gasto sanitario total, según recoge un informe publicado este jueves por el programa de investigación en socioeconomía de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie).
Dentro de este aumento, el informe resume que los seguros privados han registrado el mayor crecimiento, con un 88% más, mientras que los pagos directos de la gente, que suponen el 72% del gasto privado, crecieron un 42%. La única excepción fue en 2020, cuando las restricciones por la pandemia frenaron temporalmente el gasto en servicios privados. Desde entonces, la tendencia alcista se ha retomado, alcanzando en 2022 los 33.606 millones de euros (constantes de 2015).
La evolución del gasto privado refleja el papel cada vez más importante que juegan los hogares en la financiación de la salud en España. Por un lado, las familias asumen el coste de servicios apenas cubiertos por el Sistema Nacional de Salud (SNS), como la atención dental, óptica o audífonos, además del copago de medicamentos. Por otro, optan por financiar servicios médicos, hospitalarios y auxiliares en centros privados, así como contratar seguros privados. Esta tendencia puede responder a la creciente demanda de calidad y a la reducción de tiempos de espera en la sanidad pública.
Según la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) del INE, en 2023 las familias españolas destinaron una media de 631 euros por persona al gasto en salud. De esa cantidad, casi la mitad se empleó en la compra de gafas, lentes de contacto y otros equipos terapéuticos (182 euros), así como en el pago de seguros privados de salud (131). La otra mitad se repartió entre la compra de productos farmacéuticos y médicos (116), servicios dentales (88 euros), atención médica y hospitalaria (68) y servicios auxiliares como pruebas diagnósticas, rehabilitación, psicología o fisioterapia (46).
En 2023, las familias españolas dedicaron un 4,8% de su presupuesto total a gastos relacionados con la salud, frente al 3,4% registrado en 2006, primer año con datos disponibles. Aunque se trata de una proporción relativamente baja debido a la universalidad y carácter público del sistema sanitario, esta cifra muestra una tendencia al alza en las últimas décadas, acompañada de un cambio en los hábitos de consumo privado en salud.
Aunque la mayor parte del gasto familiar en salud sigue destinada a la compra de aparatos y equipos terapéuticos, como gafas graduadas o audífonos (28,8% en 2023), su peso relativo ha disminuido desde el 34,4% registrado en 2010. También ha bajado el gasto en servicios dentales (14% frente a 17,8%) y en atención médica y hospitalaria pagada directamente por los pacientes. En cambio, han ganado relevancia los seguros privados de salud, que financian consultas y pruebas médicas, y ya representan el 20,7% del gasto familiar, casi cinco puntos más que en 2010. Asimismo, ha aumentado el gasto en productos farmacéuticos, que supone el 18,3% del total, y los servicios médicos auxiliares, como pruebas diagnósticas, rehabilitación, psicología o fisioterapia, cuyo peso se ha duplicado, pasando del 3,6% al 7,3%.
Este cambio en el patrón de gasto de las familias se refleja en el aumento de la actividad asistencial en hospitales privados fuera del SNS, especialmente en consultas externas. Aunque el volumen de consultas externas en hospitales privados es considerablemente menor (23%) que en los públicos y concertados del SNS, ha experimentado un aumento del 133% desde 2010, un crecimiento mucho más rápido que el 20% registrado en los centros del SNS. Del mismo modo, la actividad diagnóstica, como resonancias, TAC, angiografías digitales y biopsias, también ha crecido a un ritmo más acelerado en los hospitales privados que en los del SNS.
La desigualdad en el gasto privado en salud se refleja claramente en las diferencias de renta de los hogares. En 2023, las personas de hogares con mayores ingresos (tercer tercil de renta) gastaron en promedio 938 euros en salud, casi cuatro veces más que las que pertenecen a familias del primer tercil de renta, donde el gasto fue de solo 265 euros. Este grupo destina una cantidad significativamente mayor en todas las áreas de salud, destacando especialmente en servicios médicos y hospitalarios (8 veces más: 127 euros frente a 16 euros), y en seguros de salud (5 veces más: 213 euros frente a 42 euros). También gastan 3,3 veces más en servicios médicos auxiliares y entre 2,4 y 2,8 veces más en productos farmacéuticos, aparatos terapéuticos (como gafas o audífonos) y servicios dentales. Además, su gasto farmacéutico es mayor, debido a un porcentaje más alto de copago de medicamentos.
Las diferencias en el gasto sanitario según el nivel de renta se intensifican en el acceso a servicios que dependen principalmente de la financiación privada. Aunque el sistema ofrece una cobertura muy amplia, deja fuera prestaciones como la salud bucodental, rehabilitación, fisioterapia u optometría, que forman parte del gasto habitual de muchas familias. Cuando estos servicios deben pagarse directamente, se limita la igualdad de acceso, afectando especialmente a quienes tienen menos recursos y no pueden costear servicios fuera de la cobertura pública.
Para corregir esta dicotomía, los autores del estudio ven necesario ampliar la cartera de servicios del SNS para incluir coberturas básicas hoy excluidas, facilitando el acceso a las familias con dificultades para costear estos servicios. Este acceso podría garantizarse mediante bonos para financiar prestaciones en centros privados, la prestación gratuita en centros públicos o una combinación de ambas opciones. La elección del mecanismo adecuado debería basarse en análisis rigurosos y en la evaluación de los resultados, tomando como referencia la experiencia de algunas comunidades autónomas que, ejerciendo sus competencias en sanidad, han optado por ampliar la cobertura con carteras de servicios complementarias.
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Tomás Cobo, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM), señala sobre el aumento de los seguros privados que viene ocasionado porque "la clase media con poder adquisitivo ha ido desplazándose poco a poco hacia el entorno de la sanidad privada para solucionar un tema que es el de la inmediatez por el problema del aumento de las listas de espera". "Dentro de ello, el problema más importante es la lista de espera para primer diagnóstico", analiza para El Confidencial, al tiempo que recuerda el riesgo que tiene el retraso en ponerle nombre a una enfermedad.
El representante de los médicos también alerta de que "esa deriva hacia el entorno privado, primero de la ciudadanía y luego de los propios médicos, puede poner en riesgo la sanidad pública. Y que esta acabe quedándose pobre para los pobres y una vez más con la inequidad de la privada".
Cobo también hace un llamamiento para mantener el modelo sanitario que tenemos y para ello "se tiene que sostener el sistema, que está manejado por el entorno político. La administración lo que hace es un concierto con la sanidad privada, porque no tenemos que olvidar que el 33% de ese sostenimiento del modelo viene de la sanidad privada. Y ahí lo que tenemos que hacer es trabajar todos desde el sistema público para que la pública y la privada gestionen de la manera más óptima la atención a la ciudadanía".
El Confidencial