El monasterio cisterciense más grande de Europa que brilla en un pueblo de Soria

Ubicado en el sureste de la provincia de Soria, en el valle del Jalón y siguiendo el curso del río, se encuentra Santa María de Huerta, un coqueto pueblo que guarda bajo sus límites una auténtica joya monumental, su monasterio cisterciense considerado el más grande del continente. Su importancia es tal que la actual villa surgió alrededor de él como un grupo de arrendatarios de los monjes y bajo la dependencia espiritual y temporal de los mismos manteniéndose así hasta la exclaustración de 1835.
El origen de este destacado templo, declarado monumento nacional en 1882, se remonta a la llegada, en 1162, de una comunidad de monjes procedentes de Cántabos (a unos 20 kilómetros) que se instaló en un pobre edificio en la vega del Jalón, en el barrio de Huerta. Sería en 1179 cuando el rey Alfonso VIII colocó formalmente la primera piedra en su abadía para cumplir un voto de fundar un monasterio tras la conquista de Cuenca. Su primer abad, San Martín de Finojosa transformó el primitivo albergue en un suntuoso edificio, una ardua tarea para lo que contó con la aportación de los reyes de Castilla y de Aragón, de la nobleza castellana e, incluso, de la gente humilde que daba cuanto podía.
La mayor parte del complejo se construyó a lo largo del siglo XIII, pero se siguió ampliando y mejorando con el paso de los años. Del siglo XVII son el claustro alto plateresco, el claustro herreriano, la biblioteca hoy casi destruida, el coro de nogal, el órgano y el refectorio convertido en la actual biblioteca.
Tras la exclaustración de 1835 los monjes abandonaron el lugar que permaneció así hasta 1930, momento en el que gracias a la intervención de la marquesa de Villa-Huerta regresa una nueva comunidad cisterciense procedente de Viaceli, Cantabria. En la actualidad está habitado por un grupo de monjes.

En su interior se pueden ver diferentes estilos como románico, gótico, plateresco o herreriano que se suman en uno solo caracterizado por su austeridad: el cisterciense.
El refectorio gótico es su espacio más destacado, una auténtica obra maestra que presenta una sola nave que se cubre con unas extraordinarias bóvedas sexpartitas. Esta sala rectangular de grandes dimensiones sorprende por su iluminación que consigue por sus numerosos ventanales. Aquí destaca su púlpito, balaustrada de estilo flamígero con temas botánicos y la escalera embebida en uno de los muros que se encuentra abierta por arcos apuntados que son sustentados por columnas octogonales y capiteles y cubierta con bóveda de cañón en rampa.

Además de esto está su iglesia, la cual se comenzó a construir en el último cuarto del siglo XII con planta de cruz latina con tres naves y un gran crucero al que se abren la capilla principal y las dos laterales. Llaman la atención los frescos de los muros del altar mayor, obra del pintor genovés Bartolomé de Matarana (1580) que representan escenas de la Batalla de las Navas de Tolosa, el órgano del siglo XVII con ornamentación policromada neoclásica, el retablo dedicado a la Asunción de la Virgen, obra de Félix Malo, y el coro de madera de nogal tallado en torno al 1577 junto al que se encuentra el sepulcro de Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo que quiso ser enterrado en este lugar.
Otras estancias son el claustro gótico de 'los caballeros', un conjunto armónico de ojivas y arcadas de estilo gótico con basas cistercienses con adornos de hojas de parra, hiedra o higuera donde escogieron ser enterrados numerosos caballeros hidalgos, la cocina gótica, en donde cada año se enciende un gran fuego en la noche de la vigilia de Pascua, la sala de Profundis, donde actualmente hay una exposición sobre el agua y su repercusión en el monasterio, la Escalera Real –antiguo calefactorio– que da acceso a la parte superior renacentista, el refectorio de los conversos, una de las partes más antiguas del monasterio donde los hermanos comían y realizaban reuniones que presenta un estilo románico y que está dividido en dos naves por una fila de grandes columnas, la cilla, almacén y bodega que, correspondiente al románico del siglo XII, es un espacio rectangular cubierto por una techumbre de madera reforzada por cinco arcos de medio punto que arranca del suelo en la que se exhibe actualmente un audiovisual que explica la historia del conjunto religioso y de la orden monástica.

- El horario de visitas es de lunes a sábados –menos miércoles que está cerrado– el horario es de 10 a 13 horas y de 16 a 18 horas, mientras que los domingos es de 10 a 11.15 horas y de 16 a 18 horas.
- La visita es libre con la guía que se entrega al llegar al monasterio y dos audiovisuales.
- En el interior hay también una hospedería a la que se puede acudir a cultivar la vida interior y compartir la liturgia monástica. En total dispone de 17 habitaciones todas ellas con baño privado. La estancia máxima es de ocho noches y la mínima de dos y el precio es de 44 euros por persona e incluye pensión completa.
- El monasterio, construido en plena frontera entre los reinos de Castilla y Aragón, se encuentra rodeado por una muralla de unos 1,2 kilómetros para asegurar su protección y privacidad. Este ha sido rehabilitado y modificado en varias ocasiones a lo largo de los siglos. Actualmente conserva algunos fragmentos originales.
-Durante la época estival se realizan conciertos musicales en su bonito refectorio.
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