En Indonesia, el proyecto chino de tren de alta velocidad se ve obstaculizado por las deudas y las sospechas de corrupción.

Símbolo de modernización y cooperación sino-indonesia, el primer tren de alta velocidad del país, el "Whoosh", se encuentra en el centro de la polémica dos años después de su inauguración: sobrecostes, deudas y sospechas de corrupción están debilitando un modelo económico que ya se encontraba bajo presión.
“Indonesia por fin tiene su primer tren de alta velocidad”, declaró el expresidente Joko Widodo en octubre de 2023 al inaugurar el Whoosh, el primer tren de alta velocidad del sudeste asiático, un proyecto emblemático de sus dos mandatos (2014-2024).
Descrito como un “proyecto estratégico nacional [NSP]”, conecta la capital, Yakarta, con la ciudad de Bandung en cuarenta y seis minutos, en comparación con las casi tres horas anteriores, a una velocidad de hasta 350 km/h.
El proyecto de 142 kilómetros fue adjudicado, tras una reñida competencia con la oferta japonesa, a una empresa conjunta formada por un consorcio público indonesio —liderado por el operador nacional PT Kereta Api Indonesia— y socios chinos, responsables de la tecnología y parte de la financiación.
Sin embargo, dos años después, el proyecto es objeto de muchas críticas: los ingresos tienen dificultades para mantenerse al día, los costos se han disparado y existe preocupación por el riesgo de una carga financiera para el Estado, y ahora se menciona un posible recurso al fondo soberano Danantara como herramienta para la reestructuración de la deuda.
Mucho antes de su inauguración, varios economistas ya advertían que este proyecto emblemático de cooperación sino-indonesia nunca sería rentable. Dos años después, la deuda de la Casa Blanca se convirtió en una bomba de relojería.
Courrier International



