Opinión: Las elecciones noruegas serán mejores que un thriller de Hitchcock

Olvídense de Borgen, el brillante drama político de la televisión danesa que eclipsó incluso a El Ala Oeste. Si buscan un thriller escandinavo de la vida real, sintonicen las elecciones generales de Noruega, que se celebran hoy. Se perfilan como la votación más emocionante y con mayor suspense desde la Segunda Guerra Mundial, con el gobierno laborista a punto de ser derrotado.

Como declaró con entusiasmo un destacado encuestador al periódico Dagsavisen: «Ni siquiera Alfred Hitchcock podría haber escrito algo tan emocionante como esto». Un elemento central del drama es el furor generado por el punitivo impuesto sobre el patrimonio de Noruega, que ha obligado a cientos de los líderes empresariales más ricos del país a huir al extranjero.

Es también la razón por la que el destino del Partido Laborista Noruego es seguido con tanta atención por políticos de toda Europa, incluidos nuestros propios líderes, que claman por nuevos impuestos sobre el patrimonio para sanear sus finanzas. Deberían oponerse. En lugar de subir los impuestos, el nuevo impuesto en Noruega ha provocado un colapso de las empresas emergentes y nuevas inversiones.

Se trata de un doble golpe: la fuga de personas y capitales. Puede que los noruegos se encuentren entre las personas más igualitarias del mundo, pero cada vez más personas coinciden en que el impuesto es injusto para los propietarios nacionales, que deben pagarlo, mientras que los extranjeros con negocios en Noruega no lo hacen. Es comprensible que esto haya minado el apoyo al primer ministro, Jonas Gahr Store.

Su Partido Laborista sabe que tiene un problema. El ministro de Finanzas, Jens Stoltenberg, el popular ex primer ministro y jefe de la OTAN durante una década, quien asumió el cargo a principios de este año para darle un toque de distinción al gobierno, ha prometido revisar todos los impuestos si el Partido Laborista es reelegido. El Partido Laborista sigue siendo el partido más votado en Noruega, con cerca del 26% de los votos en la mayoría de las encuestas. Pero necesitaría el respaldo de los partidos más pequeños de la izquierda para formar un nuevo gobierno.

Los encuestadores estiman que esta oscilación podría ser suficiente para que el Partido del Progreso (un partido reformista), ahora el segundo más votado con un 21%, y los Conservadores formen una coalición de centroderecha. Ambos partidos han hecho campaña a favor de la eliminación gradual del impuesto, con la líder del Progreso, Sylvi Listhaug, bajo el lema: «Tu dinero, tu libertad».

La alta inmigración es otro tema electoral candente: Listhaug ha pedido una inmigración neta cero. El fondo soberano petrolero noruego, generalmente apolítico y con un presupuesto de 2 billones de dólares, también se ha visto arrastrado a la fiebre electoral. Esto se produce tras la indignación pública tras la noticia, a principios de este verano, de que el fondo había aumentado su participación en un fabricante israelí de piezas de aviones.

La indignación fue tal que el gobierno ordenó la revisión de las 65 inversiones del fondo en Israel y de cualquier empresa vinculada a actividades israelíes en Cisjordania o Gaza. Desde entonces, el fondo ha desinvertido sus acciones en bancos y empresas israelíes con intereses relacionados con Israel, alegando un «riesgo inaceptable», lo que ha suscitado acusaciones de injerencia política por parte de la oposición.

Y furia del otro lado del Atlántico. La administración Trump está considerando tomar represalias contra Noruega después de que el fondo vendiera acciones por valor de mil millones de dólares en Caterpillar, el gigante estadounidense de maquinaria de construcción, la semana pasada, alegando que su maquinaria se utiliza para destruir edificios en Gaza. Esperen más fuegos artificiales. A finales de este otoño, el comité del Premio Nobel de la Paz en Oslo decidirá al ganador de este año. Y sabemos quién lo desea más. Los guionistas están a la espera.