En San Francisco, en un taxi sin conductor. A bordo de un coche de Waymo-Google.

A bordo de un coche Waymo-Google: ¿nuestro futuro?
Federico Rampini / CorriereTv
Hace unos días regresé a mi San Francisco, la ciudad donde mi vida estadounidense comenzó hace 25 años. San Francisco tiene la particularidad de ser la capital de Silicon Valley. Es el lugar donde nacieron todas las revoluciones tecnológicas desde hace décadas, y en las horas y días que pasé allí, pude vislumbrar el futuro que nos espera.
Los limpiadores de ventanas llegaron a mi hotel, el rascacielos donde ahora las ventanas son lavadas por drones que rocían agua con detergente , se secan y es un espectáculo muy divertido. Y luego, para moverme por San Francisco, como hacen muchos habitantes de esa ciudad ahora, dependí de un taxi sin conductor. La empresa Waybo inició este servicio en San Francisco con Jaguars especiales.
Waybo es una filial de Google y la expansión de estos taxis autónomos es espectacular, volviéndose omnipresentes en las calles de San Francisco. Cuestan un poco menos que Uber y son extremadamente seguros. Son conductores, estos conductores invisibles, estos seres inexistentes que conducen el coche sin tener una constitución humana. Tienen un respeto maniático por el código de circulación, un respeto por los peatones y otros conductores que es verdaderamente admirable.
Ya hemos alcanzado un total de 10 millones de viajes. Tengan cuidado, porque estas innovaciones, cuando nacen en Silicon Valley, al principio parecen locuras, ciencia ficción, y plantean todo tipo de objeciones a la escalada.Innumerables resistencias. Y luego, en cierto punto, su adopción se vuelve exponencial. La velocidad se vuelve imparable, y lo que me hace estar tan atento a estos dos experimentos, el de los drones que lavaron mi hotel y el de los taxis sin conductor, es que hay otro lugar en el mundo donde se están probando estas innovaciones (el coche sin conductor y el dron): China. Los taxis sin conductor también se están probando en varias ciudades chinas. Así que hay que tener mucho cuidado, porque si se pone a Silicon Valley (California) y a China a competir por adoptar una innovación, significa que nuestro futuro ya está marcado.
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