De ganar miles de dólares como programador a repartir comida para sobrevivir: el ingeniero de software que perdió su trabajo por la inteligencia artificial

Shawn K, un ingeniero de software con más de veinte años de experiencia, se encuentra hoy viviendo en una casa rodante en el centro del estado de Nueva York, trabajando como repartidor de DoorDash -app similar a Rappi o PedidosYa- y vendiendo objetos personales en eBay para poder subsistir. Hasta hace poco, tenía un salario anual de 150.000 dólares y trabajaba en una empresa dedicada al metaverso. Pero desde que fue despedido en abril del año pasado, no logró conseguir un nuevo trabajo en el sector tecnológico.
A pesar de su currículum sólido y de haber enviado unas 800 solicitudes laborales, solo consiguió menos de diez entrevistas. En algunos casos, ni siquiera llegó a hablar con una persona: fue entrevistado por agentes de inteligencia artificial.
“Me siento súper invisible. Siento que me filtran antes de que un humano entre en la cadena”, dijo en una entrevista con Fortune.
Para K, esta situación no es un caso aislado, sino el comienzo de lo que llama “el Gran Desplazamiento”, una transformación drástica del mercado laboral provocada por la automatización de tareas y el avance imparable de la IA.
Shawn K, de programador a repartidor de Doordash. Foto: Shawn K
Aunque las alarmas sobre el reemplazo de empleos por inteligencia artificial llevan años encendidas, la experiencia de K marca un punto de inflexión. Hasta ahora, muchos pensaban que los empleos más amenazados eran los de baja calificación o rutinarios. Pero la historia de este programador muestra que incluso perfiles técnicos, tradicionalmente seguros y bien remunerados, están empezando a sufrir el impacto.
Dario Amodei, CEO de Anthropic —una de las empresas líderes en desarrollo de IA—, predijo recientemente que para el año que viene estas herramientas podrán encargarse de todas las tareas de programación. La predicción ya empieza a sentirse en carne propia para muchos profesionales del rubro.
“La gente no se da cuenta de la magnitud del cambio que se viene”, alertó K en su newsletter personal. A los 42 años, enfrenta no solo una crisis laboral, sino también una angustia existencial al ver cómo su campo de expertise se vuelve, de a poco, prescindible.
El último trabajo de K fue en una compañía que apostaba al metaverso, una de las grandes promesas tecnológicas de la pospandemia. Sin embargo, el auge repentino de la inteligencia artificial generativa —impulsado por herramientas como ChatGPT— dejó atrás ese entusiasmo, y muchas empresas reorientaron sus recursos y estrategias.
Para él, esa transición fue devastadora. Con un campo laboral cada vez más saturado y automatizado, y con procesos de selección filtrados por algoritmos, la posibilidad de volver a insertarse en el mercado parece lejana. “Esto no es una recesión más. Es una reconfiguración total”, afirma.
Mientras tanto, su día a día se reduce a recorrer rutas rurales repartiendo comida, durmiendo en un vehículo y tratando de estirar cada dólar. Lo que empezó como una solución temporaria ya lleva más de un año.
Sam Altman, uno de los hombres fuertes del mundo de la IA. Foto EFE
K insiste en que su historia no es un caso extremo, sino un adelanto de lo que vendrá para muchas personas. “Esto le va a pasar básicamente a todos”, sostiene. En su opinión, el avance de la IA no solo está desplazando trabajadores, sino también modificando la forma en que las empresas contratan y operan. “Ni siquiera llegás al escritorio de un reclutador humano. El sistema está programado para descartarte”, lamenta.
Desde su sitio en Substack, advierte sobre los cambios estructurales que se están gestando en silencio y llama a pensar formas de adaptación y contención para lo que define como una “ola de desastre social y económico”.
En un escenario donde la inteligencia artificial avanza sin freno, la historia de Shawn K revela que el futuro del trabajo ya no es una cuestión del mañana. Es una realidad que, para muchos, ya empezó.
El impacto de la inteligencia artificial en el mundo laboral es objeto de creciente atención por parte de organismos internacionales y académicos. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Banco Mundial estiman que entre el 26% y el 38% de los empleos en América Latina y el Caribe podrían verse influenciados por la inteligencia artificial generativa.
Sin embargo, solo entre el 2% y el 5% de estos empleos estarían en riesgo de automatización total. El informe destaca que las mujeres, los trabajadores urbanos, jóvenes y con mayor nivel educativo en sectores formales enfrentan mayores riesgos de automatización, lo que podría agravar las desigualdades económicas y la informalidad en la región .
Por su parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) subraya que la inteligencia artificial no solo transforma las tareas laborales, sino también las competencias y condiciones de trabajo. El organismo enfatiza la necesidad de un enfoque ético e institucional para lograr una complementariedad inteligente y responsable entre humanos y máquinas .
La UNESCO también alertó sobre los sesgos de género en los modelos de lenguaje de inteligencia artificial, que tienden a asociar a las mujeres con roles domésticos y a los hombres con posiciones de liderazgo y negocios. Estos estereotipos podrían reforzar desigualdades existentes en el mercado laboral .
Además, un estudio conjunto del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la OCDE y la UNESCO señala que los sistemas de inteligencia artificial pueden reforzar sesgos de género preexistentes, afectando las oportunidades laborales de las mujeres. El informe destaca la importancia de garantizar que las mujeres no queden rezagadas en la economía digital y propone medidas para reducir la brecha de género en habilidades digitales y acceso a empleos tecnológicos .
Mientras la inteligencia artificial ofrece oportunidades para mejorar la productividad y transformar el trabajo, también plantea desafíos significativos en términos de equidad, inclusión y preparación de la fuerza laboral.
La historia de Shawn K refleja una realidad que podría volverse más común si no se abordan estos desafíos de manera proactiva.
Clarin