Mariana Matija explora sus sentimientos por la Tierra

Mariana Matija explora sus sentimientos por la Tierra
En Niñapájaroglaciar la autora describe sus relaciones significativas con los animales y la naturaleza
Reyes Martínez Torrijos
Periódico La JornadaLunes 4 de agosto de 2025, p. 4
La experiencia de existir en un momento de enorme transformación y disrupción ecológica y de sus efectos en el contexto social y político marcan el libro Niñapájaroglaciar, contó la escritora colombiana Mariana Matija en torno a la narración sobre su relación íntima y amorosa con la Tierra.
El volumen publicado por Almadía insiste en la labor en torno al cuidado del mundo y en lo que la autora llamó, en entrevista con La Jornada, el reconocimiento del dolor y de la tristeza y la búsqueda de acompañamiento
ante esas emociones.
El tema ha sido recurrente para Matija, quien creció rodeada de personas que le heredaron la noción de cuidado y de preocupación por el descuido. Desde pequeña su madre le habló de la relación con otros animales y a los ocho años fundó un club ecológico.
Destacó su interés permanente por el asunto y los temas de comunicación y educación relacionados con el cuidado de la Tierra y con acompañarnos a aprender sobre los orígenes y las manifestaciones de la crisis ecosocial
.
A pesar de que no se planteó abordar de esta manera su texto, al final se erigió en un experimento de comunicación
que contiene su preocupación, así como el esencial amor que siento por la Tierra, que hace que quiera entender qué es lo que está pasando y de qué manera puedo incidir desde mi minúsculo tamaño y temporalidad en unos espacios que están tan fuera de mi alcance
.
La forma de expresarse no es desde emitir información de la crisis, sino desde la relación de un ser humano específico con la Tierra, que tiene mucho de universal. En el libro cuento cosas que son específicamente mías, pero en el fondo son colectivas: casi cualquier otra persona ha tenido una relación significativa con un animal de otra especie o con un árbol en algún momento de su vida, ha tenido una abuela. Son parte de la experiencia de existir en relación con el mundo
.
Matija mencionó que es muy bello ese compartir la intimidad con el mundo. “He explorado otras maneras de acercarme a esto y estoy convencida de que hace muy bien para relacionarnos de otra forma con la Tierra en este momento de crisis, o sea, con disposición a estar aquí, a atender esto que amamos a pesar de lo que duele.

▲ La escritora colombiana Mariana Matija explicó que el título de su libro se inspira en la lengua islandesa, la cual aglutina las palabras para nombrar lugares.Foto cortesía Alex Palacios
“Hay una parte en el libro en la que la protagonista dice: ‘desde que nací empecé a acumular en el cuerpo el dolor del mundo’ y del amor y de nacer en un momento en el que parece que todo se está deshilachando.”
El título, explicó la también profesora, se refiere a la forma del islandés en que se aglutinan las palabras al nombrar los lugares. Por ejemplo, un volcán se llama eyjafjallajökull, es decir, islamontañaglaciar
, ya que el término está compuesto por eyja (isla), fjall (montaña) y jökull, glaciar, y hay cascadas que se llaman bosquecascada
, o sea, los lugares se nombran juntando formas y manifestaciones de la naturaleza.
Eso me pareció muy curioso y me conecta con algo que exploré en el resto del libro: nombrar algo supone separarlo del resto. Al decir pájaro parece que éste fuera algo que existe sin el árbol, la fruta, la flor, el sol, la lluvia. Algo que nombre las cosas juntas le hace más justicia a cómo funciona la realidad, donde las cosas existen juntas y en relación.
Remarcó su convicción de que las palabras, siendo lo preciosas que son, también tienen la trampa de dar una idea de separación donde todo está conectado, pueden ocultar cosas, pero al mismo tiempo son herramientas o maneras de atrapar cosas para liberarlas. Hay un juego con el lenguaje en el libro donde se van explorando las voces como jaulas o caminos, como posibilidades de abrir algo
.
La narración es también, “aunque no esté de manera muy explícita, una exploración de la relación con los tiempos de la Tierra y de cuántos milenios estuvo cantando una canción; por ejemplo, del extinto tilacino, el lobo marsupial de Australia; es como cuántos milenios estuvo la Tierra dándole forma al tilacino para que luego, en cuestión de nada, unas prácticas de una especie en particular, lo desaparezcan y el efecto que tiene esa desaparición en las otras vidas que se conectaba.
No sólo es temporal, sino también espacial, por las posibilidades de desplazamiento de la niña respecto a las del pájaro. El libro empieza hablando de un pájaro migratorio con un rango de moverse más amplio, el de la niña es menor y el glaciar es de mantenerse ahí.
La ópera fue un proyecto de nación en el siglo XIX: musicóloga
Ángel Vargas
Periódico La JornadaLunes 4 de agosto de 2025, p. 5
En su libro Ópera y gastos secretos: Su producción en México en la primera mitad del siglo XIX, la musicóloga Áurea Maya Alcántara devela una faceta oculta de la historia nacional: el importante papel político y social que desempeñó esa expresión artística tras la Independencia y a lo largo de ese turbulento siglo. “No fue sólo una diversión –sostiene–, sino un instrumento del gobierno mexicano para demostrar que éramos una nación civilizada”.
La historiadora asegura que desde Anastasio Bustamante, en 1830, hasta la Guerra de Reforma (1858-1861) los diferentes regímenes, sin importar su corriente ideológica y política, subvencionaron ese género musical con gastos secretos del presupuesto, aquellos fondos manejados con discreción por el gobierno para cubrir erogaciones confidenciales o delicadas.
Tal afirmación está basada en una serie de oficios gubernamentales que halló en el Archivo General de la Nación (AGN) en los que se solicita se entreguen al teatro 2 mil o 3 mil pesos de las partidas públicas.
En el México del siglo XIX, la ópera se constituyó en uno de los vehículos para medir el grado de civilización alcanzado como país independiente. Los distintos grupos políticos la usaron para mostrarse como una nación con valores e identidad a la manera de los países europeos
, apunta.
“Qué mejor forma de manifestar el afán ‘civilizatorio’ que asistir a una función con las mejores galas, caminar por los pasillos del recinto con la distinción propia de alguien que apreciaba el arte musical y, sobre todo, no importando los disturbios en las calles, conservar uno de los espectáculos más suntuosos de la sociedad occidental”.
En entrevista, la investigadora del Centro Nacional de Información, Documentación e Información Musical resalta que este género prosperó durante esa época en la medida en que el país intentaba exhibir su condición de avanzado
, si bien enfrentaba las dificultades de un Estado en formación.
La presencia de una compañía de ópera se convirtió en un símbolo de cultura y civilización, incluso a costa de las pérdidas económicas que acarreó sostenerla durante toda la primera mitad del siglo XIX.
Quebrados, pero civilizados
Áurea Maya explica que, junto con el ferrocarril, la expresión artística fue considerada un instrumento civilizatorio y, por tal razón, pocos años después de que México se independizó, durante la vicepresidencia de Anastasio Bustamante, un personaje tan fundamental como Lucas Alamán, la incorporó en el proyecto de nación.
Lo que hacía falta eran cantantes, porque en el país había orquestas y coros, pero de las catedrales. Alamán solicitó dinero de la partida presupuestal asignada al teatro –está documentada que existía–, pero al ser muy poco, se tuvo que recurrir a los gastos secretos, señala.
“Hay ocho temporadas en las que vienen cantantes italianos en la década de 1830, con un éxito impresionante, y se va a forjar el gusto del público. El país se caía a pedazos, pero éramos ‘civilizados’”.
Cuando se habla de que las compañías europeas de ópera venían a México en el siglo XIX –provenientes sobre todo de Italia–, eran en realidad grupos de cantantes que se insertaban en los teatros donde había coro y orquesta, integrados por artistas mexicanos. Un poco como sigue sucediendo
, dice la especialista y agrega que las subvenciones a esas compañías se mantuvieron inamovibles sin importar los cambios de gobierno y qué tipo de ideología se mantuviera en el país.
“La ópera, inscrita como un proyecto cultural de nación, implicó no sólo una demostración de lo ‘culto’ de los distintos grupos gobernantes, sino también abarcó valores culturales y sociales de los que el melodrama musical fue el conducto ideal. Las funciones se sostuvieron ‘para bien del país’, a pesar de las elevadas sumas que el gobierno debió erogar para sostenerla.”
Refiere que fueron incontables los políticos y gestores con un papel destacado en la política y la economía nacionales que participaron en la gestión de recursos y el consiguiente fomento a la ópera.
“Los presupuestos derivados de esos apoyos que, por lo general, significaron quebrantos para el erario, implicaron la erogación de fuertes cantidades para subsanar las pérdidas que representaba tener funciones de alguna compañía en la capital.
Como se ha podido comprobar, tales compensaciones salieron de la partida de gastos extraordinarios y, cuando esos fondos se agotaron, de los gastos secretos de los distintos ministerios que siempre estuvieron involucrados: Relaciones, Gobernación y Hacienda, sin importar el periodo presidencial en curso.
De acuerdo con la historiadora, sin excepción, todos los gobernantes apoyaron a la empresa operística, desde Anastasio Bustamante, Melchor Múzquiz, Manuel Gómez Pedraza, Valentín Gómez Farías hasta Antonio López de Santa Anna.
Otro gran tema es ¿quiénes la consumían? Sí, la élite, pero en las plazas públicas de varios lugares las bandas tocaban arias de ópera, incluidas las de compositores mexicano
, que comenzaron a aparecer en la segunda mitad de esa centuria.
En algunos archivos, describe, hay arreglos para banda de Catalina de Guisa, el primer título operístico mexicano con texto en español, escrito por Cenobio Paniagua en 1859. Quiere decir que también se escuchaba ópera de forma pública. Entonces, era una política de Estado
.
Aunque el libro Ópera y gastos secretos (publicado por Ediciones EyC) abarca hasta el periodo de la Reforma, Áurea Maya resalta que durante la segunda mitad del siglo XIX los compositores mexicanos fueron parte del instrumento civilizatorio.
Se volvieron casi héroes, como sucedió en la Revolución con el muralismo, aunque en aquel momento era con la música. Es algo que no sabemos bien porque fue desdibujado por la historiografía del siglo XX. Con el influjo del nacionalismo, los investigadores de la música mexicana descalificaron todo lo hecho en la anterior centuria. Además, varias de las partituras no estaban disponibles
, concluyó.
Difunden lista de las cinco zonas arqueológicas más visitadas en el país
César Arellano García
Periódico La JornadaLunes 4 de agosto de 2025, p. 5
Las cinco principales zonas arqueológicas visitadas por turistas nacionales y extranjeros en el primer semestre del año fueron Chichén Itzá y Tulúm, en la Península de Yucatán; las pirámides de Teotihuacan, en el noreste de la Ciudad de México; El Tajín, en Papantla, Veracruz, y Monte Albán en el estado de Oaxaca.
Cifras preliminares del gobierno federal refieren que de enero a junio de este año acudieron a estos sitios 5 millones 79 mil 694 de visitantes, de ellos, 3 millones 119 mil 314 fueron locales, con una variación de 8.3 por ciento mayor que en el mismo periodo del año anterior; en tanto un millón 960 mil 380 fueron foráneos, cifra que se contrajo en 3.8 por ciento.
De enero a junio, Chichén Itzá, lugar que autoridades describen como un espacio recreativo, formativo y educativo para quienes acuden a este sitio a conocer la historia y la mística que irradian sus monumentos arqueológicos, recibió un millón 141 mil 734 vacacionistas (393 mil 256 nacionales y 748 mil 478 extranjeros).
En estos seis meses, el yacimiento arqueológico de Teotihuacan, una de las mayores ciudades de Mesoamérica durante la época prehispánica, registró una afluencia de 840 mil421 excursionistas, de ellos 582 mil 218 ciudadanos del país y 258 mil203 de otra nacionalidad.
El Pueblo Mágico de Tulum, descrito por el gobierno federal como la puerta de entrada a la Reserva de la Biosfera Sian Ka’an que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987, es un ecosistema de los más exuberantes del planeta que incluye playas, arrecifes de coral, una abundante selva tropical, dunas y cenotes. En el primer semestre del año contabilizó 627 mil 634 visitas nacionales y 355 mil 732 extranjeros, que dan un total de 271 mil 902 asistencias.
Según los datos, en el cuarto lugar se encuentra El Tajín, considerada una de las ciudades más importantes del México antiguo, así como el más relevante del estado de Veracruz. A este lugar acudieron 186 mil 674 paseantes del país y de otras nacionalidades.
La quinta zona arqueológica más concurrente fue Monte Albán, que tuvo en dicho periodo 176 mil 994 asistencias, de éstas, 138 mil 353 fueron mexicanos y 38 mil 641 extranjeros.
Por otra parte, los cinco museos con mayor asistencia entre enero y junio pasado fueron el Nacional de Antropología e Historia, el Nacional de Historia, el Templo Mayor y el Nacional de las Culturas del Mundo, en la Ciudad de México; además del Fuerte de San Juan de Ulúa, en el puerto de Veracruz, que, en total, fueron visitados por 5 millones 958 mil 571 viajeros locales e internacionales.
Un vuelo a la imaginación veraniega

▲Foto Xinhua
Periódico La JornadaLunes 4 de agosto de 2025, p. 5
A pesar de que muchos prefieren pasar las vacaciones en casa, en la región de Hainan, China, también disfrutan del verano en las bibliotecas para gozar de la lectura. En la imagen, una lectora de la localidad de Haikou, en el sur del país asiático.
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