Rachel Cusk vuelve con ‘Desfile’: un nuevo retrato ácido del mundo del arte contemporáneo

Seleccione idioma

Spanish

Down Icon

Seleccione país

Mexico

Down Icon

Rachel Cusk vuelve con ‘Desfile’: un nuevo retrato ácido del mundo del arte contemporáneo

Rachel Cusk vuelve con ‘Desfile’: un nuevo retrato ácido del mundo del arte contemporáneo

“El arte es un pacto entre individuos que le niegan a la sociedad la última palabra”, escribe Rachel Cusk en su esperada novela nueva Desfile (Libros del Asteroide), que inesperadamente resultó ganadora del Premio Goldsmiths 2024, otorgado por la Universidad de Londres, en asociación con el New Statesman.

Una vez más la escritora canadiense ahora radicada en Francia, se adentra en el mundo de las artes visuales, como ya hiciera en Segunda casa, solo que esta vez propone un desafío mayor ya que deshace los elementos habituales en una novela –como la trama o los nombres de los personajes–. Su propósito es más o menos evidente: pretende mostrar el modo en que las mujeres logran, a pesar de las dificultades, volverse creadoras.

El problema es que los múltiples juegos que se propone, en conjunto, no consiguen la destreza estilística de sus anteriores narraciones y tampoco alcanzan a mostrar la complejidad de la experiencia de ser artista mujer, sino que por el contrario, muchas veces caen en simplificación desafortunadas, entre ellas, asocia las creación artística con la maternidad.

Mirada sin reverencia

Como fuere, Cusk está acostumbrada a mirar sin reverencia los temas que aborda; Desfile no es una excepción: el retrato de la maternidad y del arte resulta tan ácido como ocurrente. La primera de las cuatro partes que la integran se llama “El doble” y articula una experiencia de la narradora, que sufrió el ataque de otra mujer en la calle en París, con la vida del artista G y su esposa.

Ese montaje entre dos historias también aparece como estructura en otros dos tramos. Por un lado, en "La comadrona" se vale del montaje de las experiencias de la pintora G, autora de cuadros mediocres, pero comerciales, y las escenas de un matrimonio que vive en una granja; por otro, "El espía" conjuga las vivencias de la cineasta G, que acompaña a su mamá en su agonía final y un monólogo que reflexiona sobre la experiencia de ser hijos de una madre ya muerta, en un nosotros que incluye a todos los hijos, y al mismo tiempo, al lector.

Desfile, de Rachel Cusk (Libros del Asteroide). Foto: gentileza editorial.Desfile, de Rachel Cusk (Libros del Asteroide). Foto: gentileza editorial.

Como se ve, todos los artistas son nombrados por la misma letra G, en un intento bastante inútil de mantenerlos en el anonimato. Alcanza con saber un poco de arte, o preguntarle a la IA más cercana para descubrir, por ejemplo, que la artista que hace esculturas de arañas gigantes es Lousie Bourgeois, o bien, el pintor que representa el mundo al revés, incluida su esposa, podría ser Georg Baselitz.

De todos modos, la sucesión de las experiencias de unos y otros resulta muy interesante, propone una crítica certera de sus obras. Al mismo tiempo compone un caleidoscopio en el que las experiencias personales se funden en las obras.

Quizás el mayor problema no sea la escritura en sí, que siempre es virtuosa, con frases que tienen el fulgor de las ideas lúcidas, sino la expectativa que genera la obra anterior de Cusk, en especial su trilogía compuesta por las novelas A contraluz, Tránsito y Prestigio en la que la autora deslumbra con la creación de una voz narrativa original, que compone a partir de la diversidad de registros que dan forma a una voz colectiva, y de ese modo, lleva un paso más allá lo que Natalia Ginzburg había logrado en Léxico familiar.

Es decir, Cusk corre los límites del género porque encuentra un modo de narrar capaz de contener la multiplicidad de voces que integran un momento, una sociedad. Además explora otras formas de autoficción, ya que sus propias experiencias vitales aparecen en ese tejido de modo tal que es posible entrelazarlas a las vivencias de los otros. El resultado es un relato multifacético de la contemporaneidad.

Pensándolo así, puede ser que la autora canadiense haya querido hacer algo similar en Desfile, ya que aquí también pueden verse rastros de su propia vida, intercalados a las vivencias de los artistas que muestra.

Así aparece un juego de referencias en los que sus lectores van a poder descubrir un repertorio de personajes que son parte de la vida real de la escritora. A eso se suma que aborda temas que ya forman parte de sus obsesiones como la maternidad, los conflictos entre ella y las aspiraciones personales; la desigualdad entre hombres y mujeres en la crianza; la violencia.

Que el arte hable

Así y todo las estrategias que elige esta vez parecen buscar que el arte hable por sí mismo, más allá de los nombres propios o las historias puntuales, y tal vez lo consiga en algunos episodios. Como ocurre, por ejemplo, en la tercera parte llamada “El saltador”, una narración que gira alrededor de una cena en un restaurante de moda, al que resulta difícil llegar por los restos de una desfile que entorpecen la circulación en la ciudad.

Un grupo de personas vinculadas al arte charlan sobre sus experiencias, en particular la directora de un museo habla de un episodio algo traumático ocurrido el día anterior alrededor de la muestra de un artista también llamado G. La narración resulta más dinámica que el resto, fluye y retoma el uso de las voces directas, en primera persona de los personajes que van enlazando una trama casi invisible.

Rachel Cusk. Foto: Ulf Andersen / Aurimages. Archivo Clarín.Rachel Cusk. Foto: Ulf Andersen / Aurimages. Archivo Clarín.

De hecho la irreverencia que muestra, en los mejores momentos, se acerca a las memorias más polémicas escritas por Cusk en 2001, Un trabajo para toda la vida, que provocó un escándalo en el Reino Unido ya que exponía las sombras de su rol como madre, y se alejada de la mirada sacralizada que aún reinaba sobre el tema.

Unos años más tarde en 2022 fue traducida al español, pero ya no despertó tanto revuelo porque la maternidad había dejado de ser tabú.

En el fondo, si se dejan de lado las expectativas y no se pretende hallar la totalidad que suele proponer una novela, Desfile tiene varios aciertos. En particular, expone una aguda crítica al mundo del arte, se permite ironizar sobre cierta pose progresista, algo cínica. El efecto en la lectura se parece a escuchar un coro de voces con el ritmo de la chispa ocurrente típica del estilo de la autora, y más interesante aún, capaces de despertar las preguntas más incómodas.

Desfile, de Rachel Cusk (Libros del Asteroide).

Clarin

Clarin

Noticias similares

Todas las noticias
Animated ArrowAnimated ArrowAnimated Arrow