El dominicano que fue reconocido como el mejor cocinero de Aragón

Su vida transcurría en la República Dominicana, con la cotidianidad que una zona costera caribeña le podía ofrecer. Nativo de Boca Chica, pero criado en San Pedro de Macorís, para Reynol Osorio vivir el día a día e ir al gimnasio formaba parte de su rutina. Sin embargo, su vida dio un giro de 180 grados cuando conoció a su actual esposa, Sonia Prieto Almazán, una trabajadora social. Se enamoraron, vivieron un tiempo en Santo Domingo y, tiempo después, decidieron irse a vivir juntos al país de Sonia.
Para él, llegar a la madre patria fue todo un desafío: era la primera vez que viajaba, se enfrentó a una realidad muy distinta a la que estaba acostumbrado y no tenía claro a qué se dedicaría. Afortunadamente, fue bien acogido por la familia de quien hoy es la madre de sus dos hijos, una familia que lo recibió como uno más.
Su suegro tenía un pequeño restaurante y quiso integrarlo como cocinero, un nicho que él aprovechó, pese a no tener ni idea de este campo. Había trabajado en hostelería, como camarero y en el área de animación, pero desconocía todo lo relacionado con la gastronomía.
"Yo nací en Andrés Boca Chica y luego me crié en San Pedro de Macorís, mi madre es de allá. En el país siempre trabajé en hostelería, pero en temas muy alejados de la cocina: he sido camarero y luego trabajé en animación", señala.
Fue allí donde conoció a su esposa.
"La conocí en el hotel y ella vino a vivir conmigo a Santo Domingo. Estuvo viviendo un tiempo y trabajando allí, en una ONG, porque es trabajadora social", relata a Diario Libre.
En sus planes no estaba claro que se irían del país.
"No era una cosa que yo me planteaba, salir del país, ella me propuso venir a España un tiempo, probamos y decidimos si nos quedábamos, y la verdad que nos ha salido bien".
"De hecho, estuve estudiando en una famosa cadena de gimnasios de Santo Domingo para formarme como instructor. El tema de la cocina nunca lo había tocado, ni imaginado, nunca", enfatizó. De ahí la sorpresa que generó en él y en sus seres queridos saber que se dedicaría al oficio de cocinero.
Llegaron a Albarracín, Teruel, donde vivían los padres de quien hoy es su esposa y madre de sus dos hijos.
"Cuando llegamos a España, mis suegros tenían el restaurante que, en la actualidad, gestionamos mi mujer y yo. Era un restaurante de comida tradicional y recuerdo que, cuando llegué, fue en pleno diciembre, con el frío que eso implica. El padre de mi esposa me preguntó si quería trabajar con él en el área de cocina".

Al principio, reconoce que no le cuadraba la idea, pero como buen dominicano, no se iba a quedar sentado: tenía que salir adelante. Sin saberlo, ese momento fue el cimiento para encontrar la profesión a la que estaba destinado.
"Empecé probando con él y es verdad que eso me despertó un gusanillo. Experimenté una sensación extraña de decir: ´esto se me da mejor de lo que yo pensaba´", recuerda, valorando el gran aporte de su suegro, hoy fallecido, en su vida.
Él lo instó a formarse más allá del restaurante, a ser un cocinero profesional, con todo lo que eso implica. ¡Y vaya si lo logró!
"Me matriculé en la escuela de hostelería de Teruel, donde estudié cocina con toda la base, con toda la cimentación. Cuando terminé, me presenté en un concurso de la escuela de formación y gané el primer lugar". Ese premio le hizo darse cuenta de que estaba en el camino correcto.
"Cuando terminé mis estudios en la Escuela Superior de Gastronomía de Teruel, me matriculé en el Basque Culinary Center, en el área de técnica culinaria de vanguardia. Un curso muy completo, en la Universidad Gastronómica de San Sebastián, una de las mejores del mundo".
"Cuando acabé, seguí trabajando con mi suegro en el restaurante, pero luego me matriculé en otra universidad gastronómica en Castellón, Valencia, que se llama Gasma CEU. Ahí me enfoqué en las elaboraciones dulces". Posteriormente, le llegó la oportunidad de trabajar con Ricard Camarena, reconocido chef español con dos estrellas Michelin y tres soles Repsol.
"Tener un maestro como él, eso no se paga con dinero", dice agradecido.
Al regresar a Teruel fue contratado en Hospedería El Batán, un restaurante con una estrella Michelin. Luego volvió al restaurante de su suegro, donde su esposa y él quedaron a cargo tras su fallecimiento hace dos años.
Comida emotivaNo olvida los sabores de su tierra. De hecho, los integra.
"Cuando pienso en la República Dominicana, la comida de mi madre llega a mi memoria porque me marcó mucho. Siempre la recuerdo, pero sobre todo la de Navidad: el pollo asado, preparado horas antes y cuyos olores se perciben todo el día, verla cocinando la ensalada rusa, los espaguetis, todo... Son sabores que, aunque ya no saben igual, cada vez que los pruebo me transportan a aquella época", comenta. Y sí, la comida tiene un poder para transportarnos a momentos del pasado, evocando recuerdos y emociones a través de sus sabores, aromas y texturas.

"Anhelo volver a disfrutar esa comida", reitera.
Cambio de vidaEse viaje a España fue la primera vez que salió de la República Dominicana, para él todo era nuevo, complejo, distinto.
"La vida en España es diferente, porque nosotros en la República Dominicana, y el latino en general, tenemos una manera de ser muy diferente a los españoles. Somos personas más abiertas, somos muy sociables y tenemos otras formas de vivir. Disfrutamos más de la vida. Ahora que tengo ya tiempo viviendo aquí, y me he adaptado a esta vida, me he dado cuenta de que la República Dominicana es un gran sitio".
"Tú llegas a un lugar en el que necesitas controlarlo todo y te expones a muchos prejuicios... Recuerdo un día que llegué a un sitio y la Guardia Civil, que es la policía de aquí, me paró cuando me vio conducir, porque yo traje mi licencia de conducir de la República Dominicana y la convalidé, pero ellos no se creían que con el poco tiempo en el país yo estuviera conduciendo, no se lo creían", recuerda.
Pero eso es en todo, añade.
"Este es un pueblo muy pequeño, como de 1,000 habitantes y notaba cómo las personas estaban en las ventanas y se quedaban mirándome fijamente, con cierto prejuicio, porque sí que es verdad que aquí había uno que otro dominicano, algún marroquí o algún colombiano, era algo como muy extraño y la gente se quedaba mirándome".
No lo pasaba bien: "Reconozco que los primeros 15 o 20 días, casi el primer mes, se me hizo muy cuesta arriba, varias veces hice las maletas y decía: ´yo no me quedo aquí´, encima llegué en diciembre, en pleno frío, tres días después la temperatura descendió a 15 grados bajo cero..., era todo diferente."
Sin embargo, la forma en la que le recibieron los familiares de su mujer hizo que la adaptación a su nueva realidad fuera más sencilla.
"Son personas súper acogedoras, súper agradables, que me extendieron la mano, los padres de mi mujer me acogieron como un hijo más, no como el marido de su hija, viví con ellos un tiempo, hasta que mi mujer y yo nos mudamos solos". Y reconoce que nunca ha tenido problemas de racismo.
"Nunca he dado motivo para ello porque siempre estuve muy enfocado en lo que tenía que hacer, siempre me controlaba mucho en lo que hacía, dónde iba, e intentaba no llamar la atención de una manera errónea para evitar problemas y la verdad es que fui muy bien acogido. En la comunidad me han acogido como un nativo más porque me he comportado de manera ejemplar y la verdad es que ahora me siento muy contento".
Aunque se siente muy cómodo en España, no descarta regresar a la isla. De hecho, le gustaría abrir un restaurante o una escuela gastronómica para devolver al país los conocimientos que ha adquirido en Europa.
"Es mi tierra... quiero notar el calor, quiero notar a mi gente. Iré en los próximos meses a la isla porque tengo dos hijos, y el menor no conoce el país y en julio estaremos por ahí".

Para él, la República Dominicana ha experimentado un desarrollo muy notorio en materia culinaria y gastronómica. Casos como los de las chefs María Marte e Inés Páez, la chef Tita, son ejemplos del desarrollo que ha tenido el país en esta área.
"Veo que la República Dominicana se está perfilando como uno de los grandes sitios, donde la economía está tomando un peso a nivel de toda Centroamérica, y la verdad es que estas chefs y otros que se han formado tanto en España como en otros países, lo llevan al país y lo transmiten a la República".
"Me gustaría tener un restaurante en la República Dominicana donde expresar lo que siento por la gastronomía y presentar a mi gente todo lo que he aprendido para poder compartirlo con mis compatriotas".
Además le gustaría colaborar de forma desinteresada con algunas escuelas del país para ofrecer charlas, dice el cocinero sobre sus deseos de aportar sus conocimientos al país. Y confiesa que su familia en el país se siente muy orgullosa de sus logros en España, algo que le llena el alma.
El mejor cocinero de AragónPertenece a la Asociación de Cocineros de Aragón, y gracias a ello ha podido competir en los más prestigiosos concursos gastronómicos. Se presentó a certamen de gastronomía de Aragón en varias ocasiones, quedando más de una vez en segundo puesto; fue ganador en la categoría dulce y seleccionado como el mejor cortador de jamón a cuchillo, algo muy valorado. En 2019 fue seleccionado como el mejor cocinero joven de Aragón.
Este año fue designado como el mejor cocinero de Aragón, lo que, además del reconocimiento, le permitirá competir a nivel de toda España, representando a esa comunidad autónoma, concurso del que fue subcampeón en 2022, en el área dulce.
El cocinero del restaurante El Portal de Albarracín fue seleccionado como el mejor cocinero de Aragón 2025, tras haber ganado la final del XXII Certamen de Cocina de Aragón Lorenzo Acín. Ahora representará a Aragón en el Certamen Nacional de Cocina que organiza Facyre el próximo año.
"Ser el mejor cocinero de Aragón es resultado de muchos sacrificios", sentencia. "Ha pasado un mes y aún me siento con un revoltijo en el estómago, como cuando te enamoras por primera vez, porque detrás de eso hay mucho esfuerzo, mucho sacrificio, muchas horas de pruebas y de trabajo."
"Fue una prueba muy dura porque competía con cocineros que trabajan en restaurantes con estrellas Michelin de aquí de Aragón y cuando llegas te revisan todo porque no puedes llevar nada preparado. Además, te daban tres horas para hacer los platos y, encima, te pedían un ingrediente secreto que debías integrar al cocinado... ya te puedes imaginar la presión... pero la verdad que fue maravilloso".
"Cuando logro algo así pienso en mis hijos, que ellos vean que llegar donde tú quieres no depende de otros, sino de ti mismo", confiesa. También lo hace recordar sus orígenes.
"Yo salí de un barrio en el que no veía a personas de mi entorno desarrollarse mucho porque no había aspiraciones mayores a lo que ven los ojos, que era llevar la comida a casa, por la situación que fuese".
"Cuando logré esto, lo que quería era que se diera a conocer que personas que, como yo, en mi situación, que hayan salido de lugares así, se den cuenta de que sí se puede, que hay oportunidades, solo hay que trabajar fuerte, con cariño, constancia y tener las cosas claras de lo que uno quiere", expresa.
"Todo se logra, este premio es producto de mucho sacrificio y me hace sentir mucha felicidad".
Planes inmediatos- Reunol planea seguir desarrollando el restaurante El Portal de Albarracín, que ha reformado recientemente junto a su esposa, donde trabaja en dos menús degustación, con dos entrantes y dos principales; se trata de una cocina muy rebuscada, muy actualizada, que perfectamente puede estar en la Guía Michelin o en cualquier guía.
TEMAS -
Diariolibre