Los expertos señalan fallas en la privatización de TAP en 2015 y advierten contra la repetición de errores


La privatización de TAP en 2015 fue un hito polémico que, casi una década después, sigue siendo blanco de críticas de expertos que señalan errores estructurales e impactos negativos para la empresa y el país.
La privatización de TAP en 2015 fue un hito polémico que, casi una década después, sigue siendo blanco de críticas de expertos que señalan errores estructurales e impactos negativos para la empresa y el país.
Liderada por la administración saliente de Passos Coelho, la venta de TAP en 2015 se produjo en medio de presiones presupuestarias y falta de consenso político. El consorcio Atlantic Gateway, liderado por David Neeleman y Humberto Pedrosa, adquirió el 61% de la empresa, dejando al estado con el 34%.
Poco después, con António Costa en el gobierno, se modificó la estructura empresarial y se fortaleció la participación ciudadana. En 2020, con el impacto de la pandemia, el Estado recuperó el control de TAP, nacionalizando la empresa e inyectándole 3.200 millones de euros en apoyo financiero.
Los expertos entrevistados por Lusa creen que el proceso de 2015 estuvo marcado por errores estratégicos. «Fue una privatización precipitada, sin un amplio debate público y sin garantías efectivas», declaró Maria Baltazar, profesora del ISEC Lisboa.
Para Rui Quadros, exgerente de Iberia y PGA, el problema no fue la privatización, sino cómo se llevó a cabo. «Faltó estrategia, visión a largo plazo y, sobre todo, estabilidad institucional», afirmó, señalando que el gobierno que impulsó la venta ya estaba próximo al final de su mandato y carecía de consenso político, lo que debilitó todo el proceso.
"Fue una privatización realizada en condiciones frágiles, con poca protección y sin garantías ante futuras reversiones. Y esto le costó caro a TAP y al país", añadió el profesor especializado en aeronáutica.
Desde el punto de vista operativo, Rui Quadros reconoce los avances de la operación realizada en 2015. La flota fue renovada parcialmente y TAP reforzó sus rutas a Brasil y Estados Unidos.
También se hicieron esfuerzos para mejorar el servicio y la imagen de marca. Sin embargo, enfatiza, «surgieron críticas sobre decisiones internas de gestión y laborales que posteriormente se consideraron ilegales».
Y mirando el modelo de reprivatización presentado esta semana por el Ejecutivo, el funcionario destaca que el Gobierno "parece haber aprendido de esos errores, al estructurar una privatización más escalonada, con criterios de interés estratégico nacional y salvaguardas contractuales explícitas en los pliegos, pero con muchos mensajes políticos", apuntó.
María Baltazar cree que la entrada del consorcio Atlantic Gateway en 2015 trajo consigo cambios importantes, como el pedido de nuevos Airbus y el fortalecimiento de la presencia en Atlantic. «En cuanto al servicio, se implementaron mejoras visibles en un esfuerzo por reposicionar la marca», señala la especialista en aeronáutica.
Pero, al igual que Rui Quadros, señala fallas estructurales en el diseño político de la empresa. Para María Baltazar, el Estado perdió el control estratégico sin garantizar derechos especiales de intervención, y el plan de negocios del sector privado era demasiado optimista.
El fundador de SkyExpert, Pedro Castro, es más directo: «La forma en que el Estado portugués se comportó institucionalmente con el sector privado fue, como mínimo, vergonzosa». Para el analista, el error principal fue la precipitación. «Creo que fue una precipitación electoral, asociada a la situación actual de la Troika», argumenta.
El funcionario también critica la falta de una visión a largo plazo: "El único accionista de TAP no tiene una estrategia para TAP. Es el propio Estado, representado por los gobiernos, que utilizan a la empresa como bandera electoral".
Pedro Castro destaca también que, en un sector que requiere de inversión constante, la privatización desbloqueó capacidad financiera que el Estado, por las reglas europeas, no podía garantizar.
Sin embargo, lamenta que el proceso se haya llevado a cabo sin tiempo para garantizar la estabilidad accionarial y una regulación clara.
Todos los expertos consultados coinciden en una conclusión: la primera privatización de TAP fracasó por falta de estrategia, diálogo político y garantías de continuidad, y los errores de 2015 no pueden repetirse en un nuevo proceso que pretende ser más transparente, robusto y alineado con el interés nacional.
Esta semana, el Gobierno dio el pistoletazo de salida a la venta de la aerolínea con la aprobación del correspondiente decreto-ley por parte del Consejo de Ministros, que aún debe ser promulgado por el Presidente de la República.
expresso.pt