En Biot, la casa-taller del ceramista Jacky Coville podría convertirse pronto en un museo

A un corto paseo del centro del pueblo se esconde un tesoro. Tras la verja de hierro forjado del número 16 de Impasse des Roses, en Biot, el tiempo se ha detenido. Sin embargo, el arte sigue muy vivo. Al entrar en el jardín, decenas de esculturas, a cual más monumental y colorida, se yerguen en una armonía desorganizada. Tótems con motivos tribales, bancos esculpidos con formas orgánicas e incluso una impresionante serpiente marina dividida en cinco partes distintas: todas estas piezas únicas fueron creadas en un gigantesco horno de gas, sin termostato, que se encuentra resguardado en la parte trasera de la propiedad. En el primer taller del jardín, una mezcla de bancos de trabajo de madera a punto de derrumbarse bajo el peso de las herramientas, periódicos Nice-Matin de principios de la década de 2000, dibujos pegados en las puertas de un armario y cerámicas más o menos terminadas esparcidas por todas partes.
Jacky Coville, escultor y ceramista de 89 años, enfermo y residente en una residencia de ancianos, vivió —y trabajó por última vez en 2023— en esta casa-estudio. «En la década de 1970, siendo ingeniero aeronáutico, lo dejó todo, decidió convertirse en alfarero y se llevó a su esposa e hijos a vivir al sur», explica Valérie Gaidoz, presidenta de la Asociación de Amigos de Jacky Coville. Inicialmente residía en Coaraze, «decidió mudarse más cerca del mar y un artista de Biot le dijo que Roland Brice, ceramista de Fernand Léger, ponía su estudio a la venta. Al principio le sedujo la vista, porque se veía el mar y el Cap d'Antibes. Luego, al ver el horno, la duda desapareció [...] y acabó instalándose allí en 1976», explica la directora de la asociación.
Entrar al taller en la primera planta de la casa es como viajar en el tiempo. La primera de las tres habitaciones contiguas es «el taller donde se encargaba de los pequeños retoques», explica. Unas cuantas piezas de cerámica se extienden sobre las mesas de trabajo, entre frascos de esmalte y un par de vasos, remendados con arcilla, un detalle conmovedor que habla por sí solo del ingenio del dueño de la casa. «El esmalte es como un polvo. Al añadir agua, se crea una pasta [...] por ejemplo, este es sin duda un rojo muy vivo», explica Valérie Gaidoz, con un pequeño recipiente lleno de polvo rosa pastel en la mano. En todas partes, todo parece haber permanecido en su sitio, como si el artista acabara de dejar sus herramientas para descansar unos minutos.
La última de las tres salas impresiona por su verticalidad. La oficina de Jacky Coville está bañada por una luz casi cenital gracias a sus enormes ventanales que dan directamente al jardín. Al fondo, la pared desaparece bajo una enorme estantería llena de libros de todo tipo, en cuyo centro se encuentra la legendaria silla de oficina que el propio Jacky Coville esculpió. Una estructura verdaderamente ergonómica que se adapta perfectamente a la postura de su creador. «Puedes probarla », dice el director de la asociación. «Es imposible moverla hacia adelante o hacia atrás, pero te sientes muy cómodo».
Un proyecto museístico para salvar la obra y el lugarLa Asociación de Amigos del Artista tiene un sueño ambicioso: crear un verdadero museo viviente, un proyecto estimado en 2,75 millones de euros. «Nos falta el dinero, el sustento de la guerra», suspira la presidenta, mientras especifica que ha finalizado una solicitud de patrocinio en inglés para atraer patrocinadores internacionales.
El proyecto planea mantener el estudio casi intacto, a la vez que crea un patio para eventos, residencias artísticas e incluso un espacio de restauración. La urgencia es casi palpable. «Si él [Jacky Coville] desaparece , sus herederos recuperarán sus obras, pero ¿adónde irán?», se preocupa. El hijo del artista, aunque está a favor del proyecto del museo, «no tiene ganas de continuarlo», pero «no renunciará a su legado». ¿ La solución? Encontrar rápidamente un mecenas que adquiera la casa y la colección, por un total de 1,2 millones de euros. «El sueño sería que un biotois o alguien de la región se enamorara del proyecto».
El ayuntamiento de Biot apoya la iniciativa y ya ha adquirido el terreno colindante. «Esta adquisición, realizada con fondos propios del municipio, no se realizó específicamente con vistas al futuro museo Jacky Coville, sino porque este terreno goza de una ubicación estratégica, junto a la residencia. A largo plazo, podría contribuir al desarrollo de este proyecto cultural», explica el municipio.
Valérie Gaidoz coordinó la publicación de un libro que recorre tanto la obra de Jacky Coville como la historia de su estudio. El libro, publicado el pasado julio y editado por la asociación con la ayuda de un diseñador gráfico, profundiza en la saga artística de estos muros, desde Fernand Léger, quien regresó de Estados Unidos con sus sueños de murales, hasta Roland Brice, quien lo ayudó a hacerlos realidad, y Jacky Coville, quien perpetuó la magia del lugar.
El propio artista pudo descubrir el libro: «Lo hojea durante parte del día; debe de traerle hermosos recuerdos», confiesa Valérie Gaidoz, visiblemente conmovida. Todos los beneficios de la venta del libro se donan a la Asociación de Amigos del Artista.
"Jacky Coville, la herencia de la tierra", 191 páginas, 70 euros.
Nice Matin