Porque salvar a las abejas (y otros polinizadores) significa salvarnos a nosotros mismos

Uso masivo de pesticidas debido a modelos agrícolas insostenibles, cambio climático, pérdida de hábitats naturales: estas son las causas de una verdadera masacre de abejas, mariposas, abejorros y otros insectos polinizadores, tanto es así que más del 40% de los polinizadores invertebrados están en riesgo de extinción a nivel mundial. Mientras que en Europa, casi la mitad de los insectos polinizadores están en declive y un tercio está amenazado de extinción. La alarma la dio WWF en el Día Mundial de las Abejas, hoy 20 de mayo, con la publicación del dossier “El futuro en el vuelo de una abeja: por qué salvar a los polinizadores es salvarnos a nosotros mismos”, elaborado en el marco de la campaña Nuestro Futuro.
La desaparición de los insectos polinizadores es una mala noticia tanto para los humanos como para el medio ambiente, ya que aseguran la reproducción de aproximadamente el 75% de los cultivos alimentarios y el 90% de las plantas silvestres con flores. Sin ellos, no sólo está en riesgo la biodiversidad , sino también nuestro suministro de alimentos, la salud pública y la seguridad económica.
El valor económico de la polinizaciónPorque, como recoge el dossier, el valor económico de la polinización es muy superior al que se deriva de productos apícolas directos como la miel, el polen, el propóleo, etc. Según WWF, evaluando una sola colonia de abejas, se estima una producción de más de 1.000 euros en frutos y bayas polinizadas, frente a los 240 euros que se obtienen de los productos de la colmena.

Además, según un estudio publicado en Environmental Health Perspectives , la drástica reducción de la polinización ya está contribuyendo a un estimado de 500.000 muertes prematuras cada año, debido a la disminución de frutas, verduras y frutos secos en la dieta.
Un problema para la naturaleza y para el hombre“La crisis de los polinizadores no es solo un problema de la naturaleza, es una crisis que acaba afectándonos directamente a nosotros: a nuestra salud, a nuestro bienestar, a nuestra seguridad alimentaria”, subraya Eva Alessi, responsable de Sostenibilidad de WWF Italia. Y en un planeta donde la población crece exponencialmente y los recursos naturales sufren una presión cada vez mayor, no podemos permitirlo. Es esencial un cambio de rumbo decisivo , que primero debe ser definido por nuestras instituciones: prohibir las sustancias químicas más dañinas, aumentar la superficie agrícola dedicada a la conservación de la naturaleza, apoyar la agricultura ecológica y promover la agroecología.
Las respuestas políticasAnte un problema tan grave, las respuestas políticas todavía resultan demasiado débiles. En 2018, la Unión Europea prohibió el uso al aire libre de tres neonicotinoides (pesticidas que se sabe que son devastadores para las abejas) , pero su uso en invernaderos sigue estando permitido y muchos países, incluida Italia, han otorgado exenciones que aún permiten su uso. La reciente retirada por parte de la Comisión Europea del Reglamento sobre el Uso Sostenible de Plaguicidas (SUR) ha representado un paso atrás tanto en la protección de la biodiversidad como, como consecuencia, en la protección de nuestro derecho a la salud.
Esperanza: Ley de Restauración de la NaturalezaLa esperanza surge de la aprobación por parte de la Unión Europea de la Ley de Restauración de la Naturaleza , que tiene como objetivo restaurar al menos el 20% de las áreas terrestres y marinas de la UE para 2030 , incluidos los hábitats agrícolas esenciales para los polinizadores.
En particular, el artículo 10 del Reglamento compromete a todos los Estados miembros de la Unión Europea a aplicar acciones para frenar el declive de los insectos polinizadores (Apoidea, Syrphidae y Lepidoptera) y obliga a realizar un seguimiento constante para verificar el estado de conservación de las distintas poblaciones de insectos.
Un hecho de fundamental importancia según WWF , que solicita firmemente que «esta norma se implemente con ambición y concreción, garantizando la recuperación ecológica del paisaje rural y apoyando prácticas agrícolas de naturaleza positiva y respetuosas con la biodiversidad. Sin intervenciones estructurales y vinculantes, el declive de los polinizadores seguirá amenazando nuestro futuro alimentario y medioambiental».
Luce