Las exportaciones de pesticidas prohibidos por la UE se han duplicado en siete años.

La Unión Europea prohíbe el uso de ciertos pesticidas en sus estados miembros, pero luego los vende fuera de sus fronteras. Brasil es el primero en prohibirlos, seguido de Ucrania, Marruecos, Malasia, China, Argentina, México, Filipinas, Vietnam y Sudáfrica. Y en los últimos siete años, estas exportaciones se han duplicado. El informe proviene de la unidad de investigación de Greenpeace, Unearthed, junto con la organización Public Eye. Según sus investigadores, el año pasado la UE autorizó la exportación de pesticidas que contienen 75 sustancias químicas prohibidas en los cultivos europeos por representar riesgos para la salud humana y el medio ambiente: casi el doble de sustancias prohibidas exportadas en 2018, cuando fueron 41, como reveló una investigación previa.
No solo aumentan las sustancias químicas peligrosas, sino también los volúmenes que la Unión Europea exporta al extranjero. Estos incluyen pesticidas que causan daño cerebral infantil, infertilidad y alteraciones endocrinas, así como enormes cantidades de insecticidas letales para las abejas y peligrosos para la fauna silvestre, que la propia UE ha calificado como una amenaza global para la biodiversidad y la seguridad alimentaria.
En 2024, se exportaron plaguicidas prohibidos en la UE a 93 países, 71 de los cuales (más de tres cuartas partes) eran de ingresos medios o bajos. Entre los países receptores se encontraban 25 naciones africanas, mientras que Estados Unidos fue el mayor importador entre los países de altos ingresos y el mayor del mundo en general.
Trece Estados miembros de la UE, según Greenpeace, participan en la exportación de pesticidas prohibidos: Alemania lidera el volumen de exportación, seguida de Bélgica, España, Países Bajos, Bulgaria, Italia, Francia, Dinamarca, Hungría y Rumanía. «Es profundamente hipócrita que las exportaciones europeas de pesticidas prohibidos a las explotaciones agrícolas de la UE hayan crecido de forma tan drástica en los últimos siete años», comenta Simona Savini, de la Campaña de Agricultura de Greenpeace Italia. «Estos productos se venden principalmente a países más pobres con normativas más laxas, lo que pone en peligro la salud de los trabajadores agrícolas, las comunidades locales y la naturaleza. Además, no hay garantía de que los productos agrícolas tratados con los mismos pesticidas prohibidos exportados fuera de Europa no sean devueltos a nuestro país, lo que crea una paradoja aún mayor».
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