Hidrólogo: Las fuertes lluvias no resuelven el problema de la sequía, lo empeoran

Polonia no está amenazada por la desertificación en las próximas décadas, pero el problema de la sequía sí. Las sequías son más frecuentes, abarcan áreas más extensas del país y son más intensas. Las lluvias intensas no resuelven el problema; estas conllevan el riesgo de inundaciones y no erradican las sequías, enfatizó el ecohidrólogo Dr. Sebastian Szklarek.
El experto señaló que las sequías tienen un impacto real en la economía, y sobre todo en la agricultura.
Con motivo del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, el 17 de junio, el Dr. Szklarek del Centro Regional Europeo de Ecohidrología de la Academia Polaca de Ciencias, autor del blog Świat Wody, dijo a PAP que los recursos hídricos de fácil acceso en Polonia no solo están disminuyendo, sino que también están siendo mal utilizados.
Cuando llueve con fuerza, solemos oír: "¡Qué bien, será menos seco!". Sin embargo, son precisamente estas lluvias tan espectaculares las que menos reponen nuestros recursos hídricos. La tierra que ha estado seca durante mucho tiempo no absorbe el agua que cae con rapidez. Estas lluvias son como regar una planta seca: en lugar de absorberla, el agua escurre por la superficie. Sin embargo, a escala nacional, este efecto tiene graves consecuencias, señaló el experto.
Explicó que términos como "desertificación" o "estepificación" describen cambios en el paisaje donde áreas previamente cubiertas de vegetación pierden humedad gradualmente, transformándose en espacios áridos y estériles similares a desiertos o estepas. Si bien esta situación no afecta directamente a Polonia en la actualidad, el problema de los cambios en la estructura de la vegetación y la disminución de la humedad del suelo existe y se agrava año tras año.
Según datos de IOŚ-PIB, el 45% de las zonas agrícolas y forestales de nuestro país corren riesgo de sequía agrícola. Las regiones del centro del país, como Wielkopolska, están particularmente en riesgo. Los efectos que ya podemos observar son la reducción de los rendimientos, la peor calidad de los cultivos, su mayor susceptibilidad a las plagas y, en consecuencia, el aumento de los precios de los alimentos y los problemas en el sector agrícola.
Contrariamente a la creencia popular, la sequía no es solo la falta de lluvia. Es una alteración del equilibrio hídrico, es decir, una situación en la que se pierde más agua del paisaje de la que se le aporta. En la práctica, esto significa menos lluvia y, al mismo tiempo, más evaporación. Esta última se ve agravada además por las altas temperaturas y el viento», explicó el Dr. Szklarek.
Todos estos procesos adversos son impulsados por el cambio climático. Las lluvias han sido menos frecuentes en los últimos años, pero más intensas, incluso torrenciales. Como resultado, aunque a veces cae mucha agua, lo hace en poco tiempo, lo que significa que no tiene oportunidad de filtrarse en el suelo y, en lugar de nutrir a las plantas o reponer los recursos subterráneos, fluye rápidamente sobre la superficie, causando a menudo inundaciones. Luego vienen largos períodos sin lluvia.
"Se puede comparar con una planta en maceta. Si no la riegas durante dos semanas y luego la riegas con una lata entera de golpe, la mayor parte del agua se desbordará y ensuciará el alféizar de la ventana, y la planta se marchitará de todos modos. Estos extremos tampoco son buenos para la naturaleza", ilustró el ecohidrólogo.
Además, el aumento de las temperaturas acelera la desaparición del agua del paisaje: se evapora de los charcos, pero también del suelo y las plantas, lo que agrava el problema de la escasez. Debido a estos cambios en el equilibrio hídrico de regiones enteras, no solo los campos están en riesgo, sino también los bosques, los ríos y los embalses.
"La escasez de recursos hídricos es una cosa, pero un problema igualmente grave es el drenaje demasiado rápido del agua de lluvia, así como las ciudades de hormigón y la falta de sistemas naturales de retención", enfatizó el entrevistado del PAP. "Durante décadas, nos ha dominado la idea de eliminar el agua: drenar los campos, secar las zonas. Mientras tanto, deberíamos retenerla donde cae: en el paisaje, en el suelo, en pequeños embalses. Cada gota cuenta", añadió.
En su opinión, el mayor desafío es la adaptación al cambio climático. Esto implica, entre otras cosas, restaurar humedales, retener el agua donde ha caído, utilizar métodos naturales de retención y cambios en la agricultura, como la introducción de cultivos más resistentes a la sequía y una gestión racional del agua.
El experto recordó que durante décadas, el desarrollo urbano y la ingeniería hidráulica se han centrado en el drenaje más rápido posible del agua de lluvia, tratándola como residuo. Sin embargo, en las condiciones actuales, es un recurso valioso que debe retenerse y reutilizarse. Además de las acciones sistémicas, esto implica la necesidad de implementar pequeñas soluciones de retención, reutilizar las aguas residuales, incorporar zonas verdes y depósitos de agua en las ciudades, y educar constantemente a la sociedad.
En Polonia, el acceso al agua potable no está en riesgo por ahora, ya que la mayoría utilizamos captaciones subterráneas, que son más estables que las superficiales. Además, las grandes captaciones, como la del Vístula, suelen utilizar agua del fondo del río, por lo que, incluso si baja el nivel del agua, la recogida seguirá siendo posible. Sin embargo, con el tiempo, podrían empezar a surgir problemas, como ya ocurre en algunas regiones de España. Debemos prepararnos adecuadamente para ello, señaló.
La ciencia en Polonia, Katarzyna Czechowicz (PAP)
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