Pensar sigue siendo humano, pero la tecnología se suma a la ecuación

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Pensar sigue siendo humano, pero la tecnología se suma a la ecuación

Pensar sigue siendo humano, pero la tecnología se suma a la ecuación

En el Día Mundial de Internet, celebramos una red de potencial infinito que ha transformado el acceso a la información y nuestra forma de vida, desde las relaciones personales hasta los nuevos modelos de educación. Para quienes asisten a la educación superior, Internet funciona casi como una extensión de nuestro cerebro: estudiamos, investigamos y escribimos al ritmo de los motores de búsqueda. Sin embargo no todo es un atajo. Esta fecha también nos invita a reflexionar sobre cómo las nuevas tecnologías y, más recientemente, la inteligencia artificial, están transformando silenciosamente la relación entre profesores, alumnos y el concepto mismo de aprendizaje.

Como estudiantes, sabemos lo que está en juego: ahorrar tiempo, garantizar la calidad y cumplir plazos ajustados. Y por eso le pedimos a ChatGPT que nos ayudara a resolver laberintos complejos de pensamiento. Sin embargo, también sentimos que estamos cruzando una frontera ética cada vez más difusa. ¿Estamos entregando contenido que exprese nuestra verdadera voz? ¿Estamos realmente aprendiendo o sólo fingiendo?

Entendemos los desafíos que enfrentan los docentes al evaluar a los estudiantes de manera justa en esta nueva realidad. Ciertamente, este escenario requiere un enfoque renovado y estrategias de evaluación más ajustadas. Los exámenes orales, los debates en clase, los proyectos de grupo o incluso los trabajos realizados con inteligencia artificial, siempre que vayan acompañados de un análisis crítico de las elecciones realizadas, pueden ser alternativas más honestas y formativas. Si el objetivo es seguir cultivando el pensamiento, entonces es necesario valorar más el recorrido y no sólo la meta. Y este camino, estudiantes y profesores deben recorrerlo juntos.

Al mismo tiempo, aprender a dominar las herramientas que ya configuran el mundo del trabajo también prepara el terreno para el futuro. Lo que desarrollamos hoy en las universidades, incluso como emprendedores jóvenes, como colaborar con nuevas tecnologías y reflexionar sobre su uso, no se limita al trabajo universitario. Cada vez más, la alfabetización digital, no sólo técnica sino también crítica, no es sólo una ventaja académica sino también un activo profesional. El equilibrio entre saber hacer y saber pensar será, más que nunca, lo que distinga a quienes simplemente ejecutan de quienes verdaderamente emprenden.

Ignorar una herramienta poderosa como la inteligencia artificial no es la solución. Así que en lugar de desterrarlo, tal vez deberíamos aprender a vivir con él. De la misma manera que nos enseñan a citar autores y fuentes, debemos ser guiados a dialogar con las herramientas digitales con sentido crítico, responsabilidad y conciencia. La universidad puede y debe ser un espacio donde el pensamiento se desarrolle con el apoyo de la tecnología, sin permitirle que ella piense por nosotros. Ningún sistema de inteligencia artificial puede sustituir la interpretación, la duda, la audacia de una nueva idea o la capacidad de establecer conexiones inesperadas.

Internet y las nuevas tecnologías no suponen una amenaza para la educación, pero la inacción quizá sí. El reto consiste en evitar que el proceso de aprendizaje se vuelva artificial, preservando al mismo tiempo, entre algoritmos y estímulos , lo más genuino que hay en nosotros: el deseo de saber. Pensar sigue siendo humano, pero ahora la tecnología entra en la ecuación.

Presidente de JUNITEC - Empresa Junior del Instituto Técnico Superior

sapo

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