Cláudia Andrade y nosotros, trágicamente humanos

Tras tres novelas, Cláudia Andrade regresa al relato corto con A Ressurreição de Maria . Este libro es el segundo de los relatos de la escritora publicados por Elsinore. El primero, Quartos de Final e Outras Histórias , se publicó en 2019. Una colección de nueve relatos que revelan «toda la verdad sobre la vida, esa nada atronadora», A Ressurreição de Maria aborda temas que son queridos para Cláudia Andrade —la vida en oposición a la muerte; el aburrimiento de la existencia; la vulgaridad humana; la violencia sin sentido; el amor obsesivo— y presenta un elenco de personajes, casi todos hombres, que son tan trágicos como absurdos.
Las tres primeras historias son quizás las más impactantes del libro. En Eucaristía , una inesperada historia de amor se ve truncada por una enfermedad terminal, que obliga al hombre a permanecer inactivo ante el deterioro físico de su esposa. Incapaz de visitarla en el hospital, camina entre cipreses y decora la casa con ramos de flores, que compra a diario en un supermercado para no arruinarse, pero que nunca le regala. Cuando la historia y su vida llegan a su fin, la repentina certeza de la muerte despierta en él un deseo obsesivo de hacer lo que no pudo hacer en vida: salvar a su esposa de las garras de su manipuladora madre, recurriendo a un plan mal orquestado, una torpe huida de la morgue del hospital y un cuchillo de trinchar.
La miseria que caracteriza los días del hombre de la Eucaristía mientras espera el trágico desenlace es el pan de cada día del personaje de la segunda historia, El Error . El hombre sin nombre vive en una pequeña habitación alquilada, que comparte con desconocidos feos y malolientes elegidos por el casero. Al igual que Raskolnikov, es un intelectual al borde de la desgracia, que lee libros y reflexiona mucho, mostrándose torpe y avergonzado en situaciones sociales y completamente inconsciente del arte de conquistar a una mujer hermosa. Pero a pesar de su torpeza, busca el amor. Es más, lo anhela con un deseo ardiente y envidioso, lo que lo lleva a cometer un crimen que no planeó. Pero la tragedia de unos es la alegría de otros: mientras su víctima yace a dos metros bajo tierra, el asesino vive feliz y encarcelado. Agradecido por la paz de la prisión, ahora es un hombre casado, con una mujer que conoció a través de un intercambio de cartas. Cuando se conocen, hablan de una felicidad futura que nunca será más que una posibilidad. Para él, eso está bien.
La tercera historia, que da título al libro, se basa en el milagro de la resurrección de Lázaro realizado por Cristo. En la versión de Cláudia Andrade, la alegría inicial causada por el regreso de Lázaro, quien sale torpemente de su tumba, envuelto en vendas, da paso gradualmente a la incomodidad de su familia. El Lázaro resucitado no es el mismo que dejó la vida atrás: no huele, no se tropieza con los parterres, sus pasos no dejan huellas y su cuerpo no pesa sobre la cama donde yace cada noche de insomnio. Se ha vuelto «limpio, correcto y apropiado», incapaz de tocar la vulgaridad y la suciedad que constituyen la naturaleza humana, y esta es la gran tragedia de su nueva existencia.
Si la mayoría de los textos de La Resurrección de María resultan inquietantes por su humanidad inmunda, la historia de Lázaro lo es por su ausencia. Vivir una vida flotando sobre el mundo no aporta alegría al hombre resucitado (ni a su familia), que vive la vida después de la muerte con la misma alegría que vivió antes: ninguna. Las hermanas Marta y María no se sienten bendecidas por lo divino, sino maldecidas por la existencia fantasmal de su hermano, que incluso ha dejado de usar la letrina como una persona normal. La conclusión es obvia: la humanidad no puede ser inmaculada, porque deja de ser humanidad (la pureza pertenece al plan divino). La mancha, las fragilidades y la necedad que constituyen la existencia son lo que hace humanos a los humanos.
Los últimos textos del libro, Ter sorte y Ermenegildo Olimpianino , se distinguen de los demás por su temática y estructura narrativa. Las voces masculinas violentas y absurdas de las historias anteriores desaparecen, dando paso a una experiencia más amplia. Ter sorte describe las tragedias que azotan a una familia tras el fin de una guerra, pero sin centrarse en una figura específica; el segundo tiene una voz femenina como narradora, quien habla de la decisión de no tener un hijo llamado Ermenegildo Olimpianino, el nombre más absurdo que se le ocurrió para felicitarse de forma más amplia por no tener que gestarlo.
Diferentes en forma y contenido, los dos cuentos remiten a universos distintos de la escritura de Cláudia Andrade: Being Lucky recuerda a la novela A Little Bit of Ash and Glory , sobre un pueblo que vive atormentado por el peligro inminente de la guerra y el impacto que esta tiene en sus habitantes; Ermenegildo Olimpianino , basado en una cita de Danii Kharms, un escritor ruso vanguardista y absurdo, describe con detalle la no existencia de un niño que nunca nacerá. Una metáfora de la escritura misma, este “no-niño” es amado por la madre que lo crio solo en sus pensamientos, y su ausencia motiva una conversación interior que se convierte en una “especie de oración” sobre los no límites de la creación.
Cláudia Andrade tiene el don de hacernos reflexionar sobre nuestra propia humanidad, confrontándonos con las características más negativas, quizás las más definitorias. Podemos dar la espalda y ver solo lo "alegre" (algo que la escritora decidió evitar, como explicó en una entrevista con Observador), pero ¿hay algo verdaderamente revelador en ello? Con una escritura incisiva, pero que no carece de momentos de gran delicadeza, y del humor negro que la caracteriza, en esta nueva serie de relatos, Cláudia Andrade nos invita a reflexionar y a mirar de frente lo que nos hace trágica y ridículamente humanos.
observador