Enfermedades de la tiroides: más que tratar, cuidar

Se estima que el 5% de la población tiene nódulos tiroideos que pueden detectarse mediante la palpación, un simple examen con las manos. Sin embargo, si hacemos una ecografía esta tasa puede llegar al 65%. Esta alta incidencia nos llama a la necesidad de estar atentos a los signos, asegurando una detección temprana y un posterior accionar.
La tiroides es una glándula con forma de escudo ubicada en la parte delantera del cuello que se encarga de producir hormonas. Ya descrita en los siglos XVI y XVII, su función sólo empezó a comprenderse más tarde, a finales del siglo XIX, a través del trabajo de los cirujanos Billroth y Kocher –el primer cirujano en recibir el Premio Nobel de Medicina, en 1909–, quienes revolucionaron el tratamiento de las enfermedades tiroideas.
Si bien es cierto que la mayoría de los nódulos son benignos y pasan desapercibidos, los cambios en la función tiroidea pueden provocar signos y síntomas relevantes que debes conocer. En los casos en que actúa en exceso, alteración conocida como hipertiroidismo, pueden aparecer algunos síntomas como sudoración excesiva, pérdida de peso involuntaria, intolerancia al calor, aumento de la sed, cambios menstruales, ansiedad, diarrea, palpitaciones, caída del cabello y trastornos del sueño. Cuando existe un déficit en la función tiroidea, en casos de hipotiroidismo, puede presentarse aumento de peso, caída del cabello, intolerancia al frío, estreñimiento, alteraciones menstruales, depresión y dolores articulares.
Es fundamental consultar a un médico siempre que notes hinchazón en el cuello o tengas síntomas persistentes de problemas de tiroides. La evaluación de la situación puede incluir análisis, ecografías, tomografías computarizadas u otros exámenes dirigidos al área de la Medicina Nuclear. En algunos casos también puede ser necesaria una biopsia guiada por ecografía.
También es importante considerar algunos factores de riesgo relevantes para el desarrollo de enfermedades más graves, como el cáncer de tiroides. Estos incluyen tener antecedentes familiares de enfermedad de tiroides o cáncer, cambios en la voz, dificultad para tragar, presencia de ganglios linfáticos y nódulos mayores de 4 cm, crecimiento rápido de un nódulo, exposición a radiación, edad menor de 20 y mayor de 60 y ser hombre.
Para obtener los mejores resultados posibles, el tratamiento debe ser personalizado, según el caso de cada paciente, y cuidadosamente discutido por equipos multidisciplinarios, que incluyen, entre otros, especialistas en Endocrinología, Cirugía General, Otorrinolaringología, Imagen y Anatomía Patológica, garantizando decisiones seguras e individualizadas.
Para los casos que requieren tratamiento quirúrgico, existen actualmente abordajes modernos, con técnicas mínimamente invasivas, como la cirugía endoscópica y robótica –que permiten tratar al paciente a través de pequeñas incisiones en la axila, evitando una cicatriz visible en el cuello– y la aplicación de etanol, microondas o radiofrecuencia. Cuando sea necesario, la cirugía puede incluir tecnologías de última generación que reducen el riesgo de complicaciones, como la llamada “neuromonitorización”, para preservar la voz. Además, tanto en el pre como en el postoperatorio, el apoyo de Otorrinolaringología y Logopedia es fundamental.
Recuerdo el caso de un paciente que demuestra que estar atento a los síntomas y controlar la salud periódicamente son cruciales para la detección precoz de enfermedades, el éxito del tratamiento y una buena recuperación.
Esta paciente acudió a consulta cuando empezó a notar aumento de peso y cansancio persistente. Se le realizó una ecografía, que reveló un nódulo en la tiroides, seguida de una biopsia, que confirmó que era benigno.
Tras seguimiento en consulta durante unos años, el nódulo creció y la nueva biopsia no fue concluyente, por lo que se decidió proceder a la cirugía. La paciente estaba preocupada, pero el equipo logró transmitirle tranquilidad y confianza. Tres meses después de la operación, ya se siente con más energía, ha retomado su vida normal, ha vuelto a entrenar y su cicatriz apenas se nota.
Casos como éste demuestran que cuidar la salud no es sólo tratar enfermedades. También implica prevenir, escuchar al paciente y utilizar la tecnología para conseguir los mejores resultados posibles, con humanidad, en casos de enfermedad tiroidea u otro tipo de patologías.
observador